Yo no tengo ni puñetera idea de boxeo.

Muchas películas del controvertido Sylvester Stallone me producen aúténtico repelús.

Pero, en contadas ocasiones, se dan las condiciones necesarias para que en una sola producción artística se junten inspiración, tesón, una buena historia de fondo y grandes interpretaciones y sale una película que va cobrando poco a poco y con grandes esfuerzos la categoría de clásico merecido.

Extraordinarias las interpretaciones de los personajes teóricamente perdedores que van dando forma a la existencia de Rocky Balboa: Talia Shire como la novia Adrian, Burt Young como el alcohólico y asquerosamente frustrado Paulie (hermano de Adrian) y el grandísimo Burgess Meredith como Micky, su anciano entrenador, en uno de los papeles más entrañables de su carrera. Por otra parte, se empiezan a dibujar dos personajes extraordinarios en el bando de los teóricos ganadores: Apollo Creed, un chulofantasmón campeón del mundo de boxeo (interpretado con gran ímpetu por Carl Weathers) y su entrenador.

"Rocky" es el resultado de la colisión de dos mundos completamente distintos y antagónicos: el de los bajos fondos y los de clase alta. Y un monumento al esfuerzo en pro de los objetivos que cada uno nos podemos marcar en nuestras vidas. Porque casi absolutamente nada es imposible, si realmente se tienen las ganas y el tesón necesarios para luchar por nuestros sueños.

Y, por supuesto, aderezando con maestría este sabroso guiso cinematográfico, tenemos la espectacular banda sonora de Conti, una partitura impresionante que es capaz de despertar los instintos ganadores del más apocado de los seres humanos.