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España España · Zaragoza
Voto de cassavetes:
7
Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a Michael Haneke el cine ha desarrollado otra manera de retratar las peores tragedias humanas y personales, desde lo íntimo de una obsesión adolescente por la violencia, las miserias escondidas de una reputada profesora de piano hasta el placer por matar de dos jóvenes psicópatas. Sin olvidar el sutil tratamiento del caldo de cultivo que generó la Alemania pre-nazi. Haneke y su estilo. Esa cámara que me sigue pareciendo una intrusa, una presencia, la de Haneke (la nuestra desde ese instante, en definitiva) que entra sin pedir permiso. Estilo que tampoco abandona en Amour, un drama que deja (casi) de lado esos elementos violentos o morbosos para mostrar la vida y vejez de dos ancianos. Una aproximación a un tema que ha tocado de refilón en alguna de sus películas (La pianista) y que aquí se convierte en lo único. Lo único. Cerrado y con candado, sin fisuras.

Es Amour una realidad bastante común. Que la retrate el cine no la convierte en algo cool. Y menos Haneke. Si hay algo que retratar, éste lo hará “comme il faut.” La vejez y la enfermedad en el cine nunca ha molado. A los actores mayores se les arrincona. Trintignant está muy mayor. Que Trintignant esté más demacrado físicamente que Emmanuelle Riva, acierto. Las (pocas) presencias de Isabelle Huppert hacen dos cosas: elevar el grado de perfección de esta mujer (y actriz) y mejorar la película. Porque la película, es hora de decirlo, me resulta eso, cerrada en demasía, agobiante y, en esas escenas de más, obvia. El desarrollo excesivo de esa realidad agota. Solo que el último tercio es estremecedor.

Mostrar la decadencia de Emmanuelle Riva una vez, dos, tres veces... pero cuatro ya... Ya lo sabemos y lo hemos visto. Y nos hemos concienciado. Quita el repeat. Sobran esos minutos. Que luego decimos que la película se hace larga y nos canean. Por otro lado, la no banda sonora musical (Schubert es un personaje más ya de Haneke) incluso en los créditos finales, escenas que no vemos y que Haneke nos obliga a visualizar (por qué no sigue la enfermera. Calenturiento Haneke), esa incomodidad otra vez cuando vemos cosas que Haneke sí se atreve a mostrar, todos son argumentos de los que nunca adolecerán sus películas. No se lo perdonaríamos nadie. Los cimientos firmes y eficaces.

(Ganas de subir la nota cuando escribes una crítica. Pero luego recuerdas que durante la película te ibas rebajando el entusiasmo).

Un Haneke, pues, fiel a sus fieles, un Haneke que demuestra que también se atreve con otros palos de la baraja, aunque en este caso no me haya colmado como en otras ocasiones.
cassavetes
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