Haz click aquí para copiar la URL
España España · Badajoz
Voto de Weis:
9
Drama A finales del siglo XIX, el doctor Frederick Treves descubre en un circo a un hombre llamado John Merrick. Se trata de un ciudadano británico con la cabeza monstruosamente deformada, que vive en una situación de constante humillación y sufrimiento al ser exhibido diariamente como una atracción de feria. (FILMAFFINITY)
13 de enero de 2009
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
- PARTE OBJETIVA:
Tras su debut con Eraserhead, experimento cinematográfico tan fascinante como irritante, David Lynch cambia bruscamente de estilo, dejando aparcada su fascinación por la deformación de la realidad e interpretación de los sueños, y nos ofrece un fascinante relato con gran carga sentimental, y con pinceladas kafkianas inundando la pantalla, tales como la desesperación y el absurdo (sobre la pesadilla kafkiana, Cronenberg está mas familiarizado).
El cambio de terreno de su actividad, no indujo a Lynch a renunciar a su sombrío y enfermizo cine (aunque en su filmografía se distinguen claramente los encargos de los proyectos personales). Es por ello por lo que ni él ni Badalamenti impregnan la narración de sentimentalismo barato, para conseguir la lágrima fácil. Es a través del estilo, seco y penetrante (como haría, por ejemplo, Darabont en "La milla verde") donde su expresionismo reluce. Lynch convierte en una fábula un tema que en otras manos hubiera sido indigerible, humanizando al monstruo y animalizando al hombre (fiel paradigma del espejo de dos caras, el del alma). Diríase que David fue domesticado para este proyecto; aún pisando camino ajeno, se desenvuelve de maravilla (vean mas tarde "Wild at heart" y "Una historia verdadera").
La instrucción de los personajes primarios es apenas mera anécdota, al contar con dos actores tan serios y sobrados de talento. La fotografía es magnífica, su recreación, ambientada a finales del siglo XIX, fiel y magnética; el trabajo tras las cámaras de Lynch es memorable; y la interpretación de Hopkins y Hurt, sobre todo la del 2º, puede suponer, sin exagerar, una cumbre en la interpretación contemporánea. Es admirable, tras esas capas de maquillaje y postizos, la capacidad de trasmitir sinceridad y una paz espiritual que se antoja lejana por lo increíble que resulta creerlo (y éste es el claro problema de nuestro entorno: considerar como falso todo aquello que no nos concierne o a lo que los medios no nos supeditan). Hurt consigue encandilar de humildad y rectitud a nuestro herido nervio óptico, para acabar convocando una sesión extraordinaria de las siempre entrometidas e inoportunas lágrimas que inundan tus ojos. Si éstas solo deben hacer acto de presencia en escasas ocasiones, que vuelvan a reunirse pronto sobre mis párpados, porque de nuevo habré disfrutado de esta maravillosa obra de cine.

- PARTE SUBJETIVA (la necesitaba con ansia):
Pocas películas habrán conseguido que exhalara tanta tristeza, que me sintiera tan avergonzado de mi condición humana, que tras los títulos de crédito finales, aún me sintiera compungido, en estado de tribulación. Pocas se habrán convertido, para mí, en una obra maestra instantánea; pocas se me han imprimido en la memoria sabiendo que pasará en ella mucho, mucho tiempo. Pocas veces me habré sentido tan triste por no pertenecer a la época en que vivió John Merrick, por no poder haber estado frente a él, y contemplarlo como un ser "único" en este mundo.
Weis
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow