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España España · Málaga
Voto de Nuño:
7
Drama Historia de la desolación y desamparo de una niña de cuatro años que ha perdido a su madre. Un drama que obtuvo unanimidad al calificar como impresionante la actuación de la niña. (FILMAFFINITY)
7 de agosto de 2015
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recuerdo dónde, leí que, en el proceso en que la ingenuidad infantil va siendo sacrificada por la áspera realidad adulta, tiene especial significación el día en que el niño toma conciencia de que sus padres, algún día, van a morir.

Yo recuerdo ese momento, supongo que con siete u ocho años, no más. Al preguntar a mis compañeros de clase por la edad de sus padres y comprobar que los míos eran los más mayores de todos, comprendí que, muy probablemente, me quedaría sin padres antes que el resto. Ese día, al llegar a casa, lloré mucho pensando en ello. Han pasado casi veinte años y siguen vivos, y con salud, pero en ese momento sus muertes me parecían inminentes. En realidad, lo que entendí es que eran 'inevitables'.

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Doillon confía muchísimo en la niña Victoire. En la dirección de casting se encontraron, inesperadamente, con un diamante en bruto, y no dudaron en cargar en él una parte importante del dramatismo de la película. Todo actor ha de tener algo de mentiroso, de farsante; nunca puede 'ser' su personaje, pero ha de imitarlo, de suplantarle en la medida de lo posible. Victoire Thivisol, tan pequeña, dudo que interpretase nada; al menos, no con el rigor y la técnica de una actriz. Uno siente que, cuando Victoire llora, llora de verdad, no para ganarse al espectador: paradójicamente, el efecto emocional se multiplica. Ella, su rostro, su voz titubeante, sus ojos tristes y auténticos, son el vértice sensible de 'Ponette'.

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No hay en esta película ningún ingenio visual notable. Su planteamiento predispone a la empatía. Doillon juega una mano difícilmente perdedora. No obstante, el desarrollo me sorprende: no se limita a procurar que el espectador moje continuamente el pañuelo.

Hay algo evocador y elevado en esa inocencia con que los niños de 'Ponette' tantean la metafísica. A temprana edad, el niño obtiene ya un concepto de muerte, de Dios, de más allá, y se acercan a estos conceptos con sencillez de espíritu, con nobleza. Los manejan de formas inauditas, curiosas y puras. El adulto medio está atiborrado de prejuicios religiosos; ya sea vanidad atea o creencia ciega. Cuando se es niño, "Dios" no es nada más que un ser inexplicable, misterioso, intrigante y alentador que habita, y quizás gobierna, ese paisaje de figuras mágicas que, bajo la imaginación infantil, están del otro lado del mundo. Cuando se es mayor, ese imaginario se esfuma, del otro lado del mundo no hay gran cosa, ya sólo queda pelearse con la Filosofía y sentir la ausencia de esperanza, u obviarla. Hay algo profundamente enternecedor, y sabio a su manera, en la forma en que 'Ponette' intenta traer a su madre del más allá; lo hay porque ella lo intenta con convencimiento de que puede hacerse, y es un convencimiento real, no autoimpuesto.

No es una película sobre la religión, quizás tampoco sobre la muerte. Es una película sobre la humildad de espíritu que tuvimos todos alguna vez en nuestro intento por comprender la vida.

Gracias.
Nuño
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