Magistrales escenarios digitalizados, excelente banda sonora, fotografía soberbia y efectos especiales de excepción, para una película lenta de narices, aburridísima, y de la que por más que lo intenté no fui capaz de entender un carajo.
El argumento parece ser que se lo iba narrando Manuel Fraga en gallego a los guionistas (escandinavos sordos y analfabetos), en un ataque de nervios y con la boca llena de polvorones, y así ha quedado la cosa de impresentable, liosa, incoherente y anestésica.
La extraña mezcla entre 1984, Metropolis, El cuervo, Robocop, y la imaginería mecánica de la obra de Julio Verne que es éste coñazo, se hace muy atractiva a la vista por su inmensa belleza, pero tambien es del todo insufrible por su excrementoso montaje, lo larguísima que se llega a hacer, y la carencia de un argumento en el que derrochar tanta pirotecnia visual.
Recomendable para ver media horita, por lo maravilloso de sus imágenes, pero nunca entera porque es de verdad un tostón infumable. Yo lo hice y no lo aconsejo, no señor.