Más de uno creerá excesivo un 10 para estas dos horas y pico de anime, pero intentaré justificarme. Hace una década que el mundo contempló el nacimiento del Opus magnum de Gainax: Evangelion. Bueno, pues con FLCL tenemos la otra cara de la moneda.

Empezando por el punto de vista técnico, no tiene tacha. Planos imposibles para el cine de no-animación, pero que no dejan de ser creíbles dentro del contexto; cambios de estilo radicales de una escena a otra (como el aterrizaje de Kanji en el patio de la casa); pinceladas de neomanga en cada escena de acción... Podría seguir, pero preferiria ser menos literal, ya que me resulta imposible e inutil intentar describir el contraste que se produce entre el frenetismo de las escenas de acción (con unos Pillows sobresalientes acompañando al compás de cada imagen) y las escenas mas calmadas, en las que se utilizan desde primeros planos a paisajes de la ciudad de "Mabase" (con una voz en off, que nos hará reflexionar más de una vez).

Argumentalmente la serie tiende a ser tomada a la ligera. Se queda uno con la forma, y olvida el contenido. Quiero subrayar que todo, hasta el mas mínimo detalle esta calculado milimetricamente, urdiendo una trama enloquecedora, pero no carente de sentido.
Todos aman a quien no pueden tener, y todos odian por consiguiente, pasando de uno a otro tan rápido que hasta los personajes se pierden en el guión.

Todo camuflado con un toque de erotismo adolescente, y dobles sentidos que intentarán sacarle los colores al espectador, pero siempre tan contextualizados que quedará la sensación de que nuestra perversa mente es la que tergiversa una inocente (y esta palabra es la clave de la entramada sentimental) historia de amores no correspondidos.

Adornada con robots, instrumentos de alta gama, subcultura y conspiración cósmica. Símbolos como el beísbol, el picante y los sabores amargos, el fuego y las guitarras cobran una nueva dimensión, una condición de metáfora que no es fácil de identificar a la primera.

¿Porqué, pues, es esta mi serie favorita?

Porque todo empieza con una normalidad asfixiante.
Porque tras un cigarro se esconde una visión del mundo.
Porque pretender ser lo que no somos nos destruye.
Porque ciertos errores estamos destinados a cometerlos.

Porque todos sabemos qué es FLCL, solo que no lo sabemos.

Un espectáculo atrevido, que no dejará indiferente a nadie con ganas de expandir sus horizontes.

Never knows best.