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España España · IvoDelgado.com
Voto de Criticoenserio:
6
Musical. Drama Biopic sobre Phineas Taylor Barnum (1810-1891), un empresario circense estadounidense que fundó el "Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus", conocido como "el mayor espectáculo en la tierra". (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una escena en “The greatest Showman” en la que Gracey, el personaje interpretado por Hugh Jackman, se pasea por el circo trucando y falseando los números de show, poniendo una almohada bajo el traje del hombre más gordo del mundo, poniendo zancos al más alto… Es un poco el resumen general de este musical donde se busca la efectividad y el espectáculo a cambio de sacrificar el desarrollo de personajes o profundidad en los temas que trata de abarcar.
“The Greatest Showman” es un gran juguete espectáculo que recuerda mucho en forma, estilo y argumento a los grandes musicales clásicos que buscaban impactar y entretener al gran público. Y en esos esquemas la película lo consigue.

El argumento gira en torno a un hombre de pasado humilde que tratará de dar a su familia la vida que cree que merecen y para ello arriesga hasta lo que no tiene por convertir un abandonado museo de cera en un museo de las maravillas.
Ante su falta de éxito decide transformarlo en un museo viviente de celebración de lo extraordinario y “celebrar los distintos tipos de vida y de humanidad”. Hay es donde conocemos a los personajes que formarán parte de ese circo de freaks que se enfrentará los dilemas de la sociedad y de la integración. Al mismo tiempo las ansias del reconocimiento por parte del protagonista le harán tratar de coquetear con una cantante de ópera sueca que pone la contrapartida dramática al amenazar todo lo que ha creado.

Que nadie se espere una descripción dramática o realista de estas luchas sociales porque todas están tratadas con mucho azúcar y unas gafas rosa idealistas, creo que la película podía completamente ser interpretada por personajes de animación y nos la creeríamos con la misma efectividad.
Sin embargo, si aceptas eso te esperan muchas positivas para un musical completamente original: las más llamativas son la absoluta entrega de los actores a esta fábula y una banda sonora a la que es imposible no entregarse.

Los actores, a diferencia de otros musicales, son verdaderos actores de musicales y no hay dobles trucos de montaje (como vimos en Chicago o incluso La La Land) e incluso el doblaje musical de Rebecca Ferguson no chirría en ningún momento (¿recordáis aquel de Minnie Driver en “El fantasma de la ópera”?) por la entrega artística y excelencia de la actriz británica.

El resto del cast está excelente capitaneados por un Hugh Jack que es el mayor acierto con su voz barítona y su entrega absoluta a la pista y al personaje. Zac Effron nos recuerda porque sigue teniendo ese carisma clásico y cómo los musicales debería ser su carta de partida en lugar de los personajes tan goofy que ha tenido últimamente. Aquí recobramos su carisma de High School Musical y Hairspray y siempre es más que bienvenido. Y la actriz de tablas de teatro Keala Settle en su primer gran papel entiende su transición de callada a Diva absoluta se ofrece sin paliativos.

La otra parte que he comentado es la banda sonora, creada por Benj Pasek and Justin Paul, los mismos autores que amasaron un Oscar el año pasado por La La Land han creado una anacrónica colección de canciones con las que es casi imposible mover el pie, la cabeza y formar parte del espectáculo. Desde el tema de apertura con reminiscencias de percusión del “We will Rock you” de Queen en el que un Hugh Jackman enfundado en su uniforme circense nos pide que nos entreguemos a la función.
Y ahí comienzan los números en la justa medida como “A million Dreams” que es la transición del romance infantil - adulto de los protagonistas donde la lógica abandona completamente y todo baila al ritmo de la canción. Pero los números que se roban la función sería el Rewrite the stars donde Effron canta a su romance entre malabarismos, cuerdas y movimientos que carecen de gravedad y sentido y el CGI hace de las suyas con inteligencia, y sobre todo la nominada al Oscar “This is me”, donde se saca la vena más Bill Condon de celebración de las Individualidades y parece que Beyonce va a interrumpir con su “Listen” en cualquier momento.

Los números son lo que un musical debería hacer, el uso de la música, la coreografía y las líneas de diálogo-canción para recalcar emociones. La película lo sabe y lo abraza, a consecuencia de la lógica y consecuencia, pero es el género en el que se le puede permitir. A fin de cuentas en la vida real nadie se pone a cantar en mitad de una frase y el resto de personas baila a una coreografía perfecta.
Michael Grace debuta en la dirección aquí pero la mano de Bill Condon escribiendo se nota por todos los sitios para bien o para mal. Este musical es de corte familiar y clásico como “La Bella y la Bestia” lo fue meses atrás.

Muchos actos del circo eran falsos, y la película hasta se permite dar a un personaje la voz de crítico como sabiendo lo que estos iban a decir y se atreve a contradecirle en que a veces la gente quiere ir al cine a entretenerse, a ilusionarse y a pasar un buen rato. Al simple placer de ser enganchado y engañado por los trucos. Y “The Greatest showman” lo logró para mí. Soy consciente de que un diabético moriría a los cinco minutos de argumento por la subida de azúcar, pero a veces el cine espectáculo si está bien puede ser más que disfrutable, y de Greatest Showman es un gran show.
Criticoenserio
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