Drama carcelario que cuenta, como principal diferencia de otros muchos llevados a la pantalla, en que éste se produce en una prisión militar con todo lo que eso conlleva en EEUU, honor, gloria, patriotismo, ensalzamiento a la bandera, su bandera, una bandera.

No hay nada peor para un americano que traicionar su bandera, sea cual sea el delito cometido, y en esa prisión militar, "la fortaleza", está prohibido terminantemente cualquier símbolo marcial, cualquier saludo, cualquier rango, cualquier gesto que quiera recordar que los que están allí internados una vez fueron soldados y tuvieron honor, lo único que persiste es la bandera, esa bandera.

La llegada de un general americano, héroe de guerra, degradado y deshonrado, hace que la rutinaria vida a la que se enfrentan los reclusos se modifique totalmente, y que los que una vez fueron soldados, recuerden su condición.

Duelo interpretativo entre dos actores a los que recuerdo con cariño por diferentes motivos, un avejentado gran actor y director, como Robert Redford, que ya tuvo un papel carcelario en "Brubaker", que veré seguidamente si tengo esa posibilidad, y el gran James Gandolfini, que cambia de dirigir a la mafia en su entrañable serie "los Soprano", para dirigir esta prisión militar. Ni uno ni otro en esta película son la sombra de lo grandes actores que fueron.

Desconozco si el director, Rod Lurie, al que conozco de otras producciones de tinte político, haya querido reivindicar la vena antimilitarista como denuncia social, aunque la denuncia a la clase militar está subyacente a lo largo de toda la cinta.

Me ha gustado por los giros que va dando a lo largo de su metraje, quizás excesivo. Un notable, 8.