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Voto de Maldito Bastardo:
3
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Aventuras. Romance
En el siglo IV, Egipto era una provincia del Imperio Romano. La ciudad más importante, Alejandría, se había convertido en el último baluarte de la cultura frente a un mundo en crisis, dominado por la confusión y la violencia. En el año 391, hordas de fanáticos se ensañaron con la legendaria biblioteca de Alejandría. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hypatia (Rachel Weisz), filósofa y atea, lucha por salvar la sabiduría del ... [+]
20 de octubre de 2009
238 de 428 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejandro Amenábar después de sacralizar “Faraón” de Jerzy Kawalerowicz, al Kubrick de “Espartaco” y “2001” y orar al “Cosmos” de Carl Sagan intentó emular a Dan Brown. Buscó material para su investigación sobre Hipatia pero a juzgar por los garrafales errores históricos y biográficos sobre la filósofa y Alejandría no llegó ni a la wikipedia. Se debió quedar embelesado con Google Earth y la página del Age of Empires ya que sólo así es posible explicar el monumental bluff que es “Ágora”.
Es cierto que iba con poca predisposición a ver la cinta del oscarizado director de “Mar adentro” y que los defensores del cineasta siempre mencionan la misma palabra a los que somos menos reacios, como Hipatia, a dejarnos ‘bautizar’ por la religión alejandrina: «envidia». Efectivamente, tengo envidia de cineastas españoles como José Luis Guerín, Nacho Vigalondo, Isaki Lacuesta, Jaime Rosales o Jaume Balagueró entre otros muchos, que me demuestran película a película la fe en menor o mayor medida que tengo depositada en ellos.
La palabra que emplearía con Alejandro sería admiración. Admiración por recibir tanto ofreciendo tan poco: “Tesis” no pasaría de entretenida cinta de videoclub americano aunque aquí encontró un filón y cierto cultismo pagano, “Abre los ojos” me parece su mejor milagro con diferencia por emplear el género de ciencia ficción sin efectos especiales, “Los otros” era una mal plagio de “Suspense” de Jack Clayton aunque aquí alcanzó cierta beatificación taquillera y en “Mar adentro” se practicó la eutanasia cinematográfica convirtiéndose en mártir.
Las crónicas de una monja laica descubren que si uno mira el cielo mucho le da tortícolis. Y de la buena. Inmovilidad absoluta de una película sin germen que la sostenga pese a los quince minutos eliminados después de la mala recepción en Cannes.
Una historia se cuenta sobre sus personajes que son articulados por un hilo invisible que atraviesa la pantalla para que el espectador muestre interés. Ese hilo es el conflicto del personaje. No existe en “Ágora” y aquí se quiere contar un historia que nunca llega, plantear muchos temas desde primas borrosos y reforzarla con unas inexistentes tramas de amor sin clímax ni tensión sexual. Fe ciega en un nihilismo estrellado. Simplemente un cono de Apolonio tuneado a cubo de Rubik monocolor.
A Hipatia la tapan con un burka los talibanes católicos pero Alejandro no se dio cuenta en todo el metraje que tenía puesto otro. Los lamentos se escucharon desde la estación espacial internacional. Aunque lo mismo eran cánticos de Aleluya proclamando el final de un eterno bostezo que no acabará ni ‘Agora’ ni nunca.
Es cierto que iba con poca predisposición a ver la cinta del oscarizado director de “Mar adentro” y que los defensores del cineasta siempre mencionan la misma palabra a los que somos menos reacios, como Hipatia, a dejarnos ‘bautizar’ por la religión alejandrina: «envidia». Efectivamente, tengo envidia de cineastas españoles como José Luis Guerín, Nacho Vigalondo, Isaki Lacuesta, Jaime Rosales o Jaume Balagueró entre otros muchos, que me demuestran película a película la fe en menor o mayor medida que tengo depositada en ellos.
La palabra que emplearía con Alejandro sería admiración. Admiración por recibir tanto ofreciendo tan poco: “Tesis” no pasaría de entretenida cinta de videoclub americano aunque aquí encontró un filón y cierto cultismo pagano, “Abre los ojos” me parece su mejor milagro con diferencia por emplear el género de ciencia ficción sin efectos especiales, “Los otros” era una mal plagio de “Suspense” de Jack Clayton aunque aquí alcanzó cierta beatificación taquillera y en “Mar adentro” se practicó la eutanasia cinematográfica convirtiéndose en mártir.
Las crónicas de una monja laica descubren que si uno mira el cielo mucho le da tortícolis. Y de la buena. Inmovilidad absoluta de una película sin germen que la sostenga pese a los quince minutos eliminados después de la mala recepción en Cannes.
Una historia se cuenta sobre sus personajes que son articulados por un hilo invisible que atraviesa la pantalla para que el espectador muestre interés. Ese hilo es el conflicto del personaje. No existe en “Ágora” y aquí se quiere contar un historia que nunca llega, plantear muchos temas desde primas borrosos y reforzarla con unas inexistentes tramas de amor sin clímax ni tensión sexual. Fe ciega en un nihilismo estrellado. Simplemente un cono de Apolonio tuneado a cubo de Rubik monocolor.
A Hipatia la tapan con un burka los talibanes católicos pero Alejandro no se dio cuenta en todo el metraje que tenía puesto otro. Los lamentos se escucharon desde la estación espacial internacional. Aunque lo mismo eran cánticos de Aleluya proclamando el final de un eterno bostezo que no acabará ni ‘Agora’ ni nunca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los títulos de crédito iniciales a lo “Star Wars” avecinaban que todo lo que nos iban a enseñar a continuación era ciencia ficción a pedradas (laicas). Poco o nada consigue recubrir los excelentes decorados y medios con una puesta en escena de primaria: los cristinos parecen talibanes que van de negro, como Lords de Mordor, con sus ropas harapientas.
Se nota que Telecinco forma parte de la producción al parecer, por momentos, “Mujeres y Hombres 5.0” con actuaciones con flautines para las tronistas, gentileza fetichista envuelta en pañuelos menstruales, amantes de los pies y tertulianos judíos descamisándose a lo Hulk Hogan enfrentándose a cristianos verbalmente como si fuese “La Noria”.
Las licencias históricas son obvias aunque lo más dañino es saber que Hipatia fue asesinada ¡cuando tenía 60 años! No sólo descubrió las elipses antes de Kepler sino que también se adelanto más de 1500 años al descubrimiento del BOTOX®. Mención especial para lo tonta que a la pobre la pintan aquí: salvada con ideas de esclavos y alumnos pajilleros para avanzar con sus descubrimientos de astrología. Memorable la frase que le suelta al esclavo: "¿Y tú que piensas?" con la respuesta "Creo que la señora tendría que descansar". Le faltó un Señorita Escal-latta...
No todo es erróneo sino que aparece la puesta en escena de secundaria de cine (sin hacer pellas). Orestes se arrodilla ante la fe y de fondo hay unas escaleras: ascensión a la fe y la salvación redentora. O ese trono con la figura del león de Orestes como poder frente a la razón de Hipatia. Y, sobre todo, esa imagen de Rómulo y Remo que son amamantados por una loba. Metáfora de la lactancia filosófica dada por Hipatia a Synesius y Orestes.
Pero su final es lo más patético visto en años: ¿a partir de ahora en todas las películas de Alejandro Amenábar se practicará la eutanasia? Recuerda al corto de Querido Antonio, “Una noche con Amenábar”, donde exige judicialmente que le practiquen la eutanasia por romperse una pierna y es condenado por asesinato de una mujer, perfectamente sana, por practicarla la eutanasia ya que tenía derecho a morir. Desde luego en “Ágora” nos ha practicado un suicido asistido a más de uno.
El cómic “Mis problemas con Amenábar” se convierte también en lectura obligada ‘Agora’ y siempre.
Se nota que Telecinco forma parte de la producción al parecer, por momentos, “Mujeres y Hombres 5.0” con actuaciones con flautines para las tronistas, gentileza fetichista envuelta en pañuelos menstruales, amantes de los pies y tertulianos judíos descamisándose a lo Hulk Hogan enfrentándose a cristianos verbalmente como si fuese “La Noria”.
Las licencias históricas son obvias aunque lo más dañino es saber que Hipatia fue asesinada ¡cuando tenía 60 años! No sólo descubrió las elipses antes de Kepler sino que también se adelanto más de 1500 años al descubrimiento del BOTOX®. Mención especial para lo tonta que a la pobre la pintan aquí: salvada con ideas de esclavos y alumnos pajilleros para avanzar con sus descubrimientos de astrología. Memorable la frase que le suelta al esclavo: "¿Y tú que piensas?" con la respuesta "Creo que la señora tendría que descansar". Le faltó un Señorita Escal-latta...
No todo es erróneo sino que aparece la puesta en escena de secundaria de cine (sin hacer pellas). Orestes se arrodilla ante la fe y de fondo hay unas escaleras: ascensión a la fe y la salvación redentora. O ese trono con la figura del león de Orestes como poder frente a la razón de Hipatia. Y, sobre todo, esa imagen de Rómulo y Remo que son amamantados por una loba. Metáfora de la lactancia filosófica dada por Hipatia a Synesius y Orestes.
Pero su final es lo más patético visto en años: ¿a partir de ahora en todas las películas de Alejandro Amenábar se practicará la eutanasia? Recuerda al corto de Querido Antonio, “Una noche con Amenábar”, donde exige judicialmente que le practiquen la eutanasia por romperse una pierna y es condenado por asesinato de una mujer, perfectamente sana, por practicarla la eutanasia ya que tenía derecho a morir. Desde luego en “Ágora” nos ha practicado un suicido asistido a más de uno.
El cómic “Mis problemas con Amenábar” se convierte también en lectura obligada ‘Agora’ y siempre.