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Voto de Quim Casals:
7
5,7
1.825
Acción
Un grupo de camioneros forman una larga caravana para protestar contra un despótico y arbitrario sheriff que ha arrestado a uno de los suyos. (FILMAFFINITY)
18 de julio de 2011
42 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las primeras, porqué fueron varias, veces que vi "Convoy" las películas aún no tenían director. Desde esa inocencia disfruté como un loco de esta historia de camioneros y carretera (sí, Taylor no se equivocaba). Los camiones suelen tener algo mágico para la mirada infantil, y más los de estética americana, mucho más bonitos que los de aquí, con ese morro delantero. También aquellas carreteras inacabables en medio de parajes desérticos ejercen un magnetismo tan especial que uno incluso acaba extrañándose cuando al final descubre que llevan a alguna parte.
Por ello no es casual tampoco que me impactara mucho en esa época "El diablo sobre ruedas", y ahora resulta divertido oír en los extras del DVD a Spielberg hablando del concienzudo y difícil casting de camiones, algo que sin duda debió suceder también en este caso (como con los caballos en los westerns, que es lo que en el fondo el film no deja de ser).
No volví a ver "Convoy" hasta hará un par de años, sabiendo ya que casi unánimemente se considera el punto más bajo de la carrera de Peckinpah. No soy de los que se decepcionan al revisar películas de la infancia o juventud (o de los por temor a ello ni siquiera lo intentan) porqué creo que en la vida adulta en realidad no se vuelve a estas películas para encontrarlas a ellas, sino para otorgarse el pequeño placer de reencontrar al niño que uno fue. Por eso no hay lugar para el desengaño, ya que por muy mediocres, malas o incluso pésimas que ahora las pueda encontrar, desde el momento que fueron importantes en un momento determinado de mi vida tendrán ya para siempre un rincón indeleble en mi corazoncito.
Y, sin embargo, creyendo que me iba a parecer tan limitada como ahora me parecen, por ejemplo, las de Terence Hill y Bud Spencer (otros tótems infantiles), tras los primeros minutos pensé "pues no está tan mal" y, al término, murmuré: "pues no está nada, pero nada mal".
Innegablemente, el hecho que un crédito diga "Directed by Sam Peckinpah" siempre jugará en su contra, al enfrentarla con lo que el cineasta demostró que era capaz de hacer; pero atendida bajo el prisma de su asumido carácter menor, me parece una película sumamente entretenida y efectiva, llena de humor y que no desfallece nunca en su ritmo narrativo (a pesar de los vuelos de coches a cámara lenta, escenas demasiado atadas a la estética de su tiempo). Le falta la poesía que en última instancia engrandece el cine crepuscular de su autor, pero se agradece el brío de su vitalista prosa.
Hay una imagen emblemática del western (magnífica en "Pasión de los fuertes" o "Duelo de titanes") que siempre me ha encandilado. Es la del grupo de héroes avanzando por la calle principal uno al lado del otro, acompasando los pasos; una instantánea que integra la épica con la solidaridad (sabes que cada uno protegerá la vida del otro). Esta imagen icónica aparece también aquí, pero protagonizada por camiones. Es un instante sencillamente deslumbrante.
Inevitable ahora el spoiler:
Por ello no es casual tampoco que me impactara mucho en esa época "El diablo sobre ruedas", y ahora resulta divertido oír en los extras del DVD a Spielberg hablando del concienzudo y difícil casting de camiones, algo que sin duda debió suceder también en este caso (como con los caballos en los westerns, que es lo que en el fondo el film no deja de ser).
No volví a ver "Convoy" hasta hará un par de años, sabiendo ya que casi unánimemente se considera el punto más bajo de la carrera de Peckinpah. No soy de los que se decepcionan al revisar películas de la infancia o juventud (o de los por temor a ello ni siquiera lo intentan) porqué creo que en la vida adulta en realidad no se vuelve a estas películas para encontrarlas a ellas, sino para otorgarse el pequeño placer de reencontrar al niño que uno fue. Por eso no hay lugar para el desengaño, ya que por muy mediocres, malas o incluso pésimas que ahora las pueda encontrar, desde el momento que fueron importantes en un momento determinado de mi vida tendrán ya para siempre un rincón indeleble en mi corazoncito.
Y, sin embargo, creyendo que me iba a parecer tan limitada como ahora me parecen, por ejemplo, las de Terence Hill y Bud Spencer (otros tótems infantiles), tras los primeros minutos pensé "pues no está tan mal" y, al término, murmuré: "pues no está nada, pero nada mal".
Innegablemente, el hecho que un crédito diga "Directed by Sam Peckinpah" siempre jugará en su contra, al enfrentarla con lo que el cineasta demostró que era capaz de hacer; pero atendida bajo el prisma de su asumido carácter menor, me parece una película sumamente entretenida y efectiva, llena de humor y que no desfallece nunca en su ritmo narrativo (a pesar de los vuelos de coches a cámara lenta, escenas demasiado atadas a la estética de su tiempo). Le falta la poesía que en última instancia engrandece el cine crepuscular de su autor, pero se agradece el brío de su vitalista prosa.
Hay una imagen emblemática del western (magnífica en "Pasión de los fuertes" o "Duelo de titanes") que siempre me ha encandilado. Es la del grupo de héroes avanzando por la calle principal uno al lado del otro, acompasando los pasos; una instantánea que integra la épica con la solidaridad (sabes que cada uno protegerá la vida del otro). Esta imagen icónica aparece también aquí, pero protagonizada por camiones. Es un instante sencillamente deslumbrante.
Inevitable ahora el spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Vista ahora, me parece la mejor de la película la escena casi final dónde hacen explotar desde el puente el camión del Pato, cayendo aparatosamente al río. El montaje alternando lo espectacular de la caída, con el rostro impagable de Ernest Borgnine, comprendiendo que en su lucha contra los camioneros ha llegado demasiado lejos, y el compungido de Ali MacGraw, es excelente. Y, a continuación, la imagen del resto de camioneros haciendo al unísono sonar los cláxones en señal de duelo, resulta muy emotiva.
No me parece que la improbabilísima "resurrección" del Pato ("¿conoces algún pato que no sepa nadar?") se limite a ser la típica concesión comercial. Me recuerda, más bien, a la inverosimilitud final de "La reina de África", avalada por el propio Huston, porqué se adecuaba al tono general de la película. En otras palabras, no un rocambolesco "happy end", sino la consecuencia lógica de un talante tan distendido como el de la animada música country que acompaña la acción.
En ese mismo sentido pienso que habría resultado algo frustrante para el espectador que el sheriff encarnado por Borgnine tuviera un mal final (como ser arrollado por un camión, por ejemplo). A pesar de que durante el metraje abusa de su poder y comete actos bastante brutales y despreciables, el personaje adquiere al mismo tiempo un poso entrañable y por momentos incluso se asemeja a la comicidad de un Coyote en el imposible intento de captura de los Correcaminos con ruedas.
Por eso, en la revisión del film, me ha conmovido especialmente su gesto final, antes de los créditos, cuando al descubrir que el Pato sigue vivo, en lugar de indignarse y "reiniciar la partida" con él, se da cuenta lúcidamente de la absurdidad que subyace en esa inacabable batalla, y explota en una inmensa carcajada. Desde la perspectiva cinéfila, de nuevo esa reacción me remite a Huston y a la carcajada final de su padre Walter en "El tesoro de Sierra Madre", de un idéntico sentido catártico y reparador.
"Convoy" es, en definitiva, una película ideal para acabar con una indisimulada sonrisa de oreja a oreja. Demasiado poco, o incluso impropio, para muchos peckinpahnianos de pro, pero más que suficiente para mí.
No me parece que la improbabilísima "resurrección" del Pato ("¿conoces algún pato que no sepa nadar?") se limite a ser la típica concesión comercial. Me recuerda, más bien, a la inverosimilitud final de "La reina de África", avalada por el propio Huston, porqué se adecuaba al tono general de la película. En otras palabras, no un rocambolesco "happy end", sino la consecuencia lógica de un talante tan distendido como el de la animada música country que acompaña la acción.
En ese mismo sentido pienso que habría resultado algo frustrante para el espectador que el sheriff encarnado por Borgnine tuviera un mal final (como ser arrollado por un camión, por ejemplo). A pesar de que durante el metraje abusa de su poder y comete actos bastante brutales y despreciables, el personaje adquiere al mismo tiempo un poso entrañable y por momentos incluso se asemeja a la comicidad de un Coyote en el imposible intento de captura de los Correcaminos con ruedas.
Por eso, en la revisión del film, me ha conmovido especialmente su gesto final, antes de los créditos, cuando al descubrir que el Pato sigue vivo, en lugar de indignarse y "reiniciar la partida" con él, se da cuenta lúcidamente de la absurdidad que subyace en esa inacabable batalla, y explota en una inmensa carcajada. Desde la perspectiva cinéfila, de nuevo esa reacción me remite a Huston y a la carcajada final de su padre Walter en "El tesoro de Sierra Madre", de un idéntico sentido catártico y reparador.
"Convoy" es, en definitiva, una película ideal para acabar con una indisimulada sonrisa de oreja a oreja. Demasiado poco, o incluso impropio, para muchos peckinpahnianos de pro, pero más que suficiente para mí.