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España España · Albacete
Voto de Sergio PR:
7
Romance. Drama La tercera parte de la trilogía se desarrolla en Grecia. Nueve años después de su segundo encuentro romántico, el destino vuelve a unir las vidas de Celine (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke). (FILMAFFINITY)
16 de septiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya tenía ganas de ver cómo se encontraban de nuevo Julie Delpy y Ethan Hawke. Pero quería ver esta tercera entrega, más bien, porque la gente la criticaba muy bien. Además, críticos la aclamaban, decían maravillas. Todos, sin excepción, salían complacidos de los cines: “Veámosla, pues”, pensé yo.

El fuerte de la película es sin duda su reflexivo guion. La cantidad de diálogo en una sola escena se multiplica por tres respecto a cualquier otra película, y por dos respecto a sus antecesoras. Dan caña y juegan con los sentimientos de los espectadores metiéndose en temas entrañables y que llegan a todos los que lo ven. Las interpretaciones de los dos protagonistas son dignas de admiración. Alguien que haya visto las películas anteriores se dará cuenta de que el entusiasmo y el romanticismo que se manifestaba –no sólo por los actores, también por el guion- no solo no desvanecen, sino que aumenta en consecuencia del paso del tiempo y la experiencia de los protagonistas como pareja y padres. Jesse (Ethan Hawke) tiene un hijo casi perdido del que preocuparse en América y dos gemelas muy lindas de las que preocuparse en Europa. Su ambición por sentir lo que sentía con Celine es más decepcionante, pero demuestra que sigue siendo el apasionado chico que lucha por salvar la relación. Y en la última escena lo ves tan claro que hasta te apetece llorar. Celine (Julie Delpy) quiere ayudar a Jesse en cuanto a su problema filial, defiende la idea de que siendo el chaval un adolescente, no hará tanto caso a su padre como éste querría. Pero también protesta porque no está tan pendiente de sus hijas como de lo que está ella misma.

Los temas a tratar en la película no son para nada escasos. Y es que en una escena puede haber conversaciones espontáneas e imprevistas que traten temas totalmente diferentes; que estén hablando de literatura o historia y sin que notemos un cambio brusco de situación, se pongan a hablar de sexo, de la sociedad o del problema filial con Jesse. Y hay una atmósfera –a ratos tierna y tranquila, como en otros desquiciante- entre los personajes que te sientes como si fueses uno más en la escena, incluso puedes llegar a comer una palomita y pensar que es un delicioso y crujiente trozo de pan reposando en el centro de la mesa de la película.
Pero hay que tener mucho cuidado. Si vas al cine decidido a que la película llegue a ti sin más, puede que te deje indiferente, es más, hayas perdido dos horas oyendo cosas que puedes oír en tu propia casa. Pero si estás enterado de las anteriores películas (Antes del amanecer y Antes del atardecer), o eres capaz de sumergirte dentro de la película como si de un mar muy profundo se tratase, entonces disfrutarás y te emocionarás. Es por eso por lo que no le doy más nota a Antes del anochecer. Creo que una película que consideras buenas debe llegarte desde el primer fotograma que sale hasta el último. Quizás ocurra que tengas que seguir viendo, también es cuestión del momento en que la ves.

Sin embargo, brindo por el trabajo realizado por los guionistas -Hawke, Delpy y Linklater-, porque han conseguido que me sienta bien durante casi dos horas de película. Es recomendable para todos aquellos que quieran alimentar su espíritu guiado por el romanticismo y vivir la realidad desde otro punto de vista. Es para mí una de las películas más reales y profundas que se van a hacer en este año. Pero démosle tiempo al tiempo…
Sergio PR
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