Misticismo ocultista clásico (claro, claro... ).
Engendro abominable. Dícese de la batalla galáctica entre las fuerzas de Lucifer y las del buen Dios con niña santa como oscuro objeto del deseo del maligno, una Basinger, con sus pelitos y mohínes y su protagonismo de superheroína de pandereta, intentando salvar su carrera a la desesperada y encadenado bodrio tras bodrio, a cada cual más ridículo e infecto, el pobre Jimmy Smits que pasaba por allí como galán policía de tercera y un Rufus Sewell de capataz diabólico que da mucha vergüenza ajena. En fin, plantel estelar para este horror sin paliativos, sin duda razonable que valga. No llega, en su maldad perfecta, ni siquiera a chusca o esperpéntica, es solo soporífera por convencional en su estupidez, por obvia y tópica en su falta de respeto al espectador, al que es evidente que consideran un tarado con el cerebro de un hueso de aceituna, ¿andan tan desencaminados?
Religiosidad de saldo, aventura de risa y unos efectos con ratas, ángeles y otros animalillos que intentan medio adecentar a la desesperada este espanto.
La mezcla, suma y sigue, a lo loco, de fantástico con thriller con familiar con terror con sectas con policías acaba en desastre.
Nada más. Solo estupor ante el hecho inaudito de que se puedan hacer películas de semejante catadura e imbecilidad.