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Argentina Argentina · Hija no reconocida de Madonna
Voto de Ketty Analfer D:
1
Terror. Drama Megan Stewart (Rachel Quinn) es la clásica adolescente muy popular en su instituto que paga un alto precio para poder ser la más admirada. Tiene problemas en casa, los chicos la tratan como un objeto sexual y sus amigos acuden a ella para ir a fiestas. Todos, excepto Amy (Amber Perkins), su mejor amiga, a quien cuida y protege. Ella es todo lo contrario y, por ello, no gozará de la simpatía del resto. Su mundo cambiará cuando Megan ... [+]
21 de marzo de 2013
31 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día leyendo una revista de cine me topé con una crítica en la que se comparaban los tsunamis de las películas "Más allá de la vida" (Clint Eastwood, 2010) y "Lo imposible" (Juan Antonio Bayona, 2012). La columnista señalaba las diferencias entre lo que consideraba un tsunami cinematográfico -el de Eastwood- con uno realista -el de Bayona-. Esta comparación daba pie a un concepto que se aplica a "Megan is missing", el concepto que la mencionada columnista denominó "Realismo no mágico". Resumiendo lo que quiero decir es que cuando estamos ante una ficción no necesitamos que las cosas se vean tan realistas, sino que necesitamos arte, la mayoría de las veces para generar en el espectador las sensaciones deseadas no hay que mostrar la "realidad" sino imágenes artísticas que le permitan al público transportarse a la dimensión deseada.

A la película de Goi el ser "realista" no le aporta nada, todo lo contrario, le resta. La ubica dentro del morbo más asqueroso que he visto en años, y la acerca más a un reality show que a una pieza de arte. Pretende ser, fallidamente, un falso documental, pero se le nota más lo falso que lo documental. Termina por usar sobre el espectador la técnica que critica Kubrick en "La naranja mecánica" (1971), me sentí McDowell viendo morbosidad excesiva para luego evitar reproducirla, y que si me topo con ella otra vez vomitaré.

Su política es atacar a la prensa sensacionalista, pero irónicamente se transforma en el blanco de su propia crítica. Siempre tiene un tufillo amarillista, de panfleto y demagogia barata. Y para colmo en vez de humanizar a las personas, las estereotipa. Trata de demostrar que los malos padres y las malas "juntas" son las causantes de la "perversión" juvenil. Como alguien que aún no cumple los 20 años debo defender a mi generación y decir que lo que muestra Goi es algo tremendamente falso; una cosa es que ahora haya más libertades y otra es que todas las adolescentes se dejen humillar, que la droga corra como caramelos, y que los pendejos se monten fiestas a lo "Proyecto X" (Nima Nourizadeh, 2012) como si les cayera el dinero del cielo. Y las actuaciones son absolutamente exageradas, mostrando una constante promiscuidad que justifique el mal camino por el cual terminan las protagonistas.

Lo peor de esta cinta es que llega a generar varias risas involuntarias. La forma absurda en la que anuncian que lo que veremos a continuación es un material inédito (carteles tipo: NUNCA ANTES VISTO), o la forma en la que colocan en zoom de la cámara de seguridad, entre otras estupideces irrisorias. Además la forma en que varios adolescentes reaccionan son estúpidas, no saben lo que hacen, ni lo que quieren, y a falta de mejores ideas terminan con sexo y drogas, sin motivación alguna. Por cierto, acaso ¿todo el mundo se filma constantemente? Todos hacen videollamadas -se ve que las convencionales ya no existen en U.S.A.- y en las fiestas siempre hay un nerd que filma a los otros mientras hacen todo tipo de "desmadres".

Por si todo esto fuera poco, la película llega a aburrir a la media hora -si es que no te indigna antes-, su ritmo es lentísimo, la presentación de personajes parece no acabar más, y lo peor: la Megan demora como una hora en desaparecer. Vamos, que si el título es "Megan is missing" lo que podemos traducir como "Megan está perdida", lo obvio es que desaparezca antes de la media hora, pero no, la chiquilla se toma su tiempo.

El film falla estrepitosamente por varias cosas, pero es imperdonable que su director no tenga ni el mínimo sentido del arte. Los famosos 22 minutos finales son repugnantes, asquerosos, crudos, insoportables, vomitivos, morbosos y absolutamente innecesarios. Me animo a decir que ni los peores Kubrick, Polanski, Verhoeven, Parker o Fincher (todos directores capaces de mostrar crudeza en sus films) se atreverían a filmar algo que aporta tan poco y genera tanto rechazo. No tienen razón de ser, no aportan impotencia hacia lo que vemos, como sí lo aportan las escenas violentas de "La chica del dragón tatuado" (David Fincher, 2011) o "Redención" (Paddy Considine, 2011). Vuelvo a lo que decía al principio, para generar la sensación deseada en el espectador no se debe mostrar la realidad desnuda, sino algo artístico que simule ser esa realidad.

Al final de los aparatosos 80 minutos puedo decir que me enorgullece no haberla disfrutado. Este engendro no tiene nombre, sin nombre porque todos le quedan grande, no hay palabras tan bajas para describir lo que Goi muestra.

Lo mejor: que sea tan desconocida y que sólo la gente con malas "juntas" puede llegar a recibir la recomendación de ver esto.
Lo peor: que puede llegar a afectar a muchas personas que se toparon con ella sin previo aviso.
Ketty Analfer D
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