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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Suntuosa recreación histórica que fue calificada como 'la película más grande de todos los tiempos'. El Enrique VIII robusto, brutal y cruel de Emil Jannings contrasta con la inocencia de la Ana Bolena de Henny Porten. Dos arquitectos dirigieron la construcción de las réplicas de la Torre de Londres, el Castillo de Windsor y la Abadía de Westminster. Intervinieron 5.000 extras. (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos atenemos a los retratos que acreditados pintores hicieron de Anna Boleyn (Ana Bolena), ésta, con los cánones de mujer que hoy tenemos, no era precisamente una belleza. Pero al lujurioso, burdo y cruel rey de Inglaterra, Henry VIII (Enrique VIII), le resultaba preciosa, y complementado esto con la capacidad que tenía, la por entonces jovencita Anna, para coquetear sin conceder nada, terminó por encaprichar perdidamente al obeso rey, hasta el punto que, desde entonces, no deseó otra cosa que separarse de su actual esposa, Catalina de Aragón – quien no consiguió darle un heredero-, para convertir en reina a su llamativa doncella.

No se sabe, a ciencia cierta, en que año ni donde exactamente, nació Anna Boleyn. Tan solo se ha concluido que fue en la primera década del siglo XVI, y su natalicio se lo pelean dos ciudades: Norfolk, donde dicen "¡De aquí no es!" Y Rorchfold Hall, donde exclaman "¡¿De aquí?, que tal!" Lo único que se sabe con precisión, es que Anna Boleyn fue otra de las tantas muchachas de la historia que combinaron sus atractivos con la codicia y que sería esto lo que traería grandes sombras a su vida, porque la belleza es un privilegio, pero ligada a la ambición... es muy fácil que se convierta en desgracia.

“ANA BOLENA” fue la segunda gran producción (tras “Madame DuBarry”) que consiguió hacer el director Ernst Lubitsch en Alemania, contando de nuevo con un holgado presupuesto para la recreación de época, y con un guión de Fred Orbing y Hanns Kräly, nos ha contado de manera bastante fidedigna, la historia de la segunda esposa de Henry VIII y la segunda infamia conque quedó manchado el solio de Inglaterra.

Lubitsch no guarda recato alguno para recrear al rey en su glotonería, su promiscuidad, su falta absoluta de respeto para con las mujeres… y su total carencia de escrúpulos a la hora de querer salirse con sus caprichos. También pone bien en evidencia la manera como la iglesia católica de Inglaterra -contradiciendo incluso al Papa-, dejó a un lado toda fidelidad y todo recato para complacer a su nuevo benefactor, llegando incluso a cederle, de una vez y por todas, la cabecera institucional. Sin duda, tenía razón Anna cuando complacida con esto, afirmaba que “la iglesia católica no sirve a los senderos del cristianismo”, pero esto no justifica la deslealtad… ni fue tampoco un buen camino el que propuso luego el monarca con el surgimiento de la iglesia anglicana, pues era “el mismo envuelto con distinta guasca”, como suele decir la gente de mi tierra.

Emil Jannings es de nuevo el acertado protagonista, recreando a un Henry VIII con un notable parecido físico. Henny Porton, quien tuviera un estupendo doble rol en “Las hijas del cervecero”, es ahora la “descocada” Anna Boleyn; y Aud Egede Nissen recrea a una preciosa Jane Seymour (también menos atractiva según consta en sus retratos, pues el buen gusto no era precisamente lo que caracterizaba al rey), la tercera mujer que, al convertirse en reina, también estaría próxima a la desgracia.

P.D: ¿Y por qué sería que Lubitsch no eligió como protagonista a Pola Negri, si aquí tenía otra buena ocasión para ponerla en manos de algún feo verdugo?
Luis Guillermo Cardona
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