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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Romance. Drama El profesor Thalma presenta, en su casa, al prestigioso director de orquesta Franz Roberti (Charles Boyer) y a su alumna Constance Dane (Katharine Hepburn), la cual impresionará luego, con su belleza y su talento como compositora al notable director. Después de estar felizmente casados, comenzarán los problemas cuando, a la vida de Franz, regresa una atractiva amiga de los viejos tiempos. (FILMAFFINITY)
20 de abril de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Philip Moeller es un nombre de escasa recordación como director de cine, pues sólo dirigió dos películas de modesta acogida en las taquillas: “La edad de la inocencia” (1934) basada en la famosa novela de Edith Wharton, llevada ya por tercera vez al cine y, “CORAZONES ROTOS”, adaptación de una historia de Lester Cohen en la que dirige a la inolvidable pareja Charles Boyer y Katharine Hepburn.

La labor creativa de Moeller tuvo sus más altas cuotas en el teatro. Fue fundador, junto a Lawrence Langner y Helen Westley, del famosísimo Theatre Guild de New York, y como director, dramaturgo y/o productor, estuvo en unas 70 obras de frecuente éxito en los mejores escenarios.

Cuando uno visiona “CORAZONES ROTOS” siente, muy pronto, que se encuentra frente a una historia de ligero trazado, apegada sin pudor alguno a la fácil fórmula: “Chico encuentra chica-Chico pierde chica-Chico recupera chica”. En términos argumentales, no hay novedad de tipo alguno y los hechos se adhieren, sin la más mínima objeción, a los cánones convencionales de la sociedad de entonces.

Podría bastar con esto, para sentir que estamos ante otra película digna del gigantesco promontorio del olvido. Pero, yo no lo siento así, y conste que abomino del hecho de que una mujer como Constance Dane – o cualquiera otra-, que se sentía amada y respetada como ninguna por un hombre emprendedor y brillante, un simple desliz, la lleve a manifestar tal exceso de orgullo y tan extrema valoración de la fidelidad, que sea capaz de permitir que suceda lo que sucede con aquel apreciado director de orquesta, conocido como Franz Roberti.

El principal valor que encuentro en el filme (adicional a su excelente música con exquisita partitura del memorable Max Steiner), se asienta en la dirección actoral, mérito sin duda de Moeller -quien se luce con la totalidad de los intérpretes- y de la enorme capacidad histriónica de ese par de grandes que fueron Katharine Hepburn y Charles Boyer. El romanticismo, la ternura, la profunda atracción, la decepción, la frustración y cualquier otro sentimiento, podemos respirarlos con ellos porque los hacen fluir desde lo más hondo de sus seres. Así, uno termina sintiendo lo que ellos sienten, y sus personajes se hacen tan vívidos que pareciera que fueras tú mismo quien está viviendo lo que allí sucede. Por enésima vez, me sentí enamorado de la adorable Kate, y cuando veía sus ojos inundados de lágrimas, sentí una vez más ese algo tan intenso y conmovedor que, en los últimos tiempos, sólo me lo han causado Charlize Theron y mi entrañable hija.

Para mí, esto es arte. Cuando entre la obra y el espectador logran desvanecerse todas las barreras hasta conseguir que se fundan en uno sólo, ahí está a plenitud la esencia artística y su más grande propósito.

Titulo para Latinoamérica: “CORAZONES EN RUINAS”
Luis Guillermo Cardona
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