Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Al estallar la Guerra de Secesión americana (1861-1865), Jim Fisk (Edward Arnold) es un popular vendedor ambulante. Su sagacidad y la de sus dos ganchos es legendaria. Cuando empieza la contienda, se dedican al contrabando del algodón: lo compran en el Sur y lo venden en el Norte. Una vez terminada la guerra, se han hecho ricos y, no conformes con dominar la vida económica de Boston, se preparan para emprender la conquista de Nueva ... [+]
7 de junio de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ligeramente basada en la vida de James Fisk Jr, el hombre que causó uno de los peores días de pánico en la bolsa de Nueva York, en aquel Viernes Negro de 1869 -pocos años después de que terminara la Guerra de Secesión- esta película de Rowland V. Lee se centra en las extrañas motivaciones que un hombre puede tener, por el afán de sentirse grande y poder así conquistar el amor de una mujer.

Desadaptado para la vida escolar, el Fisk de la vida real fue camarero de hotel, vendedor ambulante de dudosos productos, traficante de algodón durante la Guerra Civil y, finalmente, corredor de bolsa donde logró escalar peligrosos peldaños (estos tres últimos hechos pueden verse en el filme). Con su socio Jay Gould se aliaron a Daniel Drew, propietario de los ferrocarriles Erie, y lucharon contra Cornelius Vanderbilt quien pretendía hacerse con ellos. Para todo esto, sobornaron, presionaron, manipularon… y engañaron siempre que se les hizo necesario.

Casado muy joven con una supuesta lesbiana que hasta se atrevía a vivir con su amiga mientras él viajaba, en su estadía en Nueva York, ya mayorcito, Fisk se enamora de la show-girl Josie Mansfield, una chica de negros cabellos y rollizas carnes (nada que ver con la adorable Frances Farmer de la película). A ella la impulsa en su carrera, pero, como dice el dicho “afortunado en el dinero, desafortunado en el amor” y entonces vuelve a ponerse en camino otra fórmula de la vida “cucho consigue chica – chica consigue chico – cucho se queda sin chica y sin “chinco””.

Edward Arnold, un actor de fuerte carácter y de sólida presencia, vuelve y juega, como en “Rivales”, a conquistar el amor de esa mágica mujer que se merecía un lugar muy alto en el cine hollywoodense, pero que, pocos años después, sería víctima de la infamia por querer ser ella misma y negarse rotundamente a ser otra oveja del rebaño.

Rowland V. Lee logra una interesante semblanza del delirio de grandeza, a la vez que sondea los ilusos propósitos de aquellos que, pretendiendo valer por lo que poseen, con cada obsequio dejan sentado el escaso grado de estima en el que se tienen. Y por alguien que no se valora a sí mismo, se puede sentir un profundo agradecimiento si es generoso… pero de ahí, al amor profundo y apasionado, hay un trecho infranqueable, que sólo se gana con el ser… y no hay otra manera.

“EL ÍDOLO DE NUEVA YORK” es también un brindis por la amistad, y aunque Nick (Cary Grant) y Luke (Jack Oakie) sobrepasan aquel límite donde ya no se es amigo sino cómplice, un aliento de luz parece acompañarles cuando el líder pretende escalar hasta el último peldaño de la ambición.

Todos mis pesares para “El rey de Nueva York”. Y brindo por aquellos que entienden que el amor es el único tesoro que se puede poseer.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow