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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama A finales del siglo XIX, el doctor Frederick Treves descubre en un circo a un hombre llamado John Merrick. Se trata de un ciudadano británico con la cabeza monstruosamente deformada, que vive en una situación de constante humillación y sufrimiento al ser exhibido diariamente como una atracción de feria. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estableciendo una triste analogía con imágenes de elefantes, asistimos al parto que está teniendo la señora Merrick, tras el cual nacerá John (Joseph en la vida real), un joven que trazará un doloroso, pero, significativo sendero en la Inglaterra de finales del siglo XIX. Plena era victoriana en la que, la hipocresía y las represiones, se dieron en grandes bandejas.

Las imágenes dan la sensación de pesadilla y todo porque nace un niño con el cuerpo deforme que se hará merecedor del escarnio y los malos tratos que pueden aflorar los sectores más atrasados de la sociedad. Cuando Bytes, su verdugo, nos lo presenta, es un adolescente al que ha convertido en fenómeno de circo para curiosidad y asombro de los espectadores. Entonces, un cirujano del hospital de Londres, el Dr. Frederick Treves, entrará en la vida de Merrick... y nace, así, para el joven una oportunidad invaluable de darle significado a su maltratada existencia.

Pese a sus enormes malformaciones, Merrick conserva sus genitales intactos, y piensa y siente como un hombre normal. Lo que lo hace objeto de burlas y aislamiento, es la visión obtusa de ciertas personas y la experiencia que él, como ser humano, tiene requerida para poder trascender en su proceso existencial.

La deformidad y las vejaciones que a veces alcanzan a ciertas personas, pueden ser vistas como un castigo o una aberración de la naturaleza, aunque, no son más que opciones distintas para buscar la trascendencia. Para algunos es más difícil que para otros, pero en ningún caso es injusticia de la creación.

A veces, cuando ya nuestra cabeza está a punto de ser tragada por la arena movediza, es cuando logramos apoyar los pies en una base “hidráulica” y de fortaleza moral, que nos impulsa vertiginosamente hacia la cima más luminosa de la existencia. Sólo entonces, es cuando logramos comprender que, la pesadilla de antes, era absolutamente necesaria.

El director, David Lynch (partiendo de un guion escrito por él mismo, en compañía de Christopher De Vore y Eric Bergren), nos muestra en, <<EL HOMBRE ELEFANTE>>, el significativo contraste entre la ciudad industrializada (chimeneas humeantes, obreros laborando en condiciones infrahumanas…) y la pesadilla que vive, John Merrick, sirviendo de hombre elefante... y de esta forma nos hace entender que, el hombre, no ha conseguido apostarle a una verdadera civilización y que, mucho de lo que se llama progreso, no es más que abuso, autodestrucción e insignificancia.

Con sus magníficas interpretaciones, Anthony Hopkins (el Dr. Treves) y, John Hurt como John Merrick, consiguen dar realce a una historia que nos avergüenza en lo más hondo y que nos enfrenta con otra perspectiva de la realidad. Surgen entonces grandes y necesarias preguntas: ¿Dónde se encuentra el verdadero mal, en las malformaciones del cuerpo o en las perversidades de la mente? Porque no poseo las formas más comunes, ¿soy malformado o soy solamente distinto? Si se es deforme, pero dotado de nobleza; y si se es hermoso, pero mentalmente retorcido ¿quién beneficiará más al universo?

<<EL HOMBRE ELEFANTE>>, nos remueve hasta bien adentro y nos invita a ver distinto lo de afuera.
Luis Guillermo Cardona
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