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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Albert Lory (Charles Laughton) es un profesor de escuela en una ciudad de un país indeterminado ocupado por el ejército Nazi durante la II Guerra Mundial. Enamorado de su compañera de trabajo y vecina, la también profesora Louise Martin (Maureen O’Hara), Albert se siente frustrado al ser incapaz de declararse por su carácter acobardado. Esta cobardía es también motivo de burla de sus propios alumnos. Para colmo, Louise mantiene una ... [+]
19 de septiembre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un monumento a los caídos en combate durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) da cuenta “en una ciudad cualquiera de Europa” (¡París!) de que con la llegada, ahora, del ejército alemán, se repite aquella historia de violencia, atropellos, privaciones, injusticias, detenciones, desapariciones, torturas… y muerte. La libertad es otra vez pisoteada, la cultura arrasada, las instituciones mancilladas y la vida humana convertida en pieza de uso o de desuso.

Durante aquella invasión a París en la Segunda Guerra Mundial, conoceremos a Albert Lory, un temeroso profesor –todavía él mismo no sabe quien es realmente- a quien sus alumnos respetan muy poco y los bombardeos que amenazan su vida (o la de su dominante y temperamental madre) lo llenan de impotencia y de angustia. Lory, está “secretamente” enamorado de una adorable maestra llamada Louise Martin, cuyo hermano, Paul, aparenta amistad con los fascistas, pero luego sabremos que sus ideales son claros.

Este valiente, elocuente y esmerado filme, segundo de Jean Renoir en Hollywood, realizado en pleno conflicto bélico (1943), resultaba un oportuno alegato contra la guerra y las invasiones, una positiva invitación al compromiso ciudadano, y una acérrima defensa de los derechos humanos… pero, curiosamente, no se estrenó en Francia hasta el 10 de julio de 1946, cuando ya la guerra había terminado. En cambio, en EEUU, se estrenó de inmediato, el 7 de mayo de 1943. ¿Razones? Quizás con un poco de malicia indígena usted pueda atinarlas.

Resulta muy encomiable y aleccionadora, la manera como Renoir (basado en un guión del prolífico e irregular Dudley Nichols), va avanzando en el proceso de autoencuentro que vive el profesor Lory (magníficamente representado por Charles Laughton), hasta convertirse en un ser que da, al Valor, su verdadero y profundo significado. Y la secuencia del juicio se convertirá, sin duda, en un segmento cinematográfico perfecto.

Maureen O’Hara vuelve a reencontrarse con Laughton tras “Esmeralda, la zíngara", siendo esta vez, un tanto más generosa con el gordito que en aquella ocasión. De nuevo su rostro hace que resplandezca la pantalla y su rol, aunque inferior al de Laughton, da ejemplo de la solidaridad femenina y de la dignidad que debe imperar en los peores momentos.

Pese a sus pequeñas fallas (alemanes mostrados con demasiada tolerancia, algún anacronismo y dos o tres efectos de sonido muy imprecisos: Durante el desmantelamiento de la imprenta, el fusilamiento…), “ESTA TIERRA ES MÍA” perdurará como una aleccionadora historia de resistencia contra la tiranía y como reafirmación de que, cuando los pueblos se unen y cuando lo que se defiende es la justicia y la dignidad, no hay enemigo que pueda contra esa magna fuerza.
Luis Guillermo Cardona
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