Nueva gamberrada perpetrada por el director de “Subway” y “El Quinto Elemento” (Le Cinquieme élément, 1997), desplegando nuevamente una cinta de acción no exenta de pólvora y efectos especiales en que se mezcla la estética del thriller con gangsters con esmoquin a lo Tarantino, chicas letales (en éste caso la Lucy del título y con Scarlett Johansson de fichaje estrella) y una fácil trama en que no importa como suceda o se desenmarañe porque el único protagonismo se lo lleva (con permiso de su explosiva interpreta femenina) es el efectividad de su sentido del espectáculo y nada más.

La protagonista se inmersa en pleno centro de Taiwán en un asunto de drogas con una banda coreamos liderados por Jang (Min-sik Choi) que la utilizan de mula para llevar a su destino un paquete de una nueva droga sintética que al final le provocará una reacción en cadena en su organismo que la convertirá en una fuente de energía capaz de arrasar todo lo que se encuentre por delante. La razón es que la alteración ha provocado que el noventa por ciento del cerebro humano que no se desarrolla, lo haga en el de la chica. Mientras tanto en París, un científico norteamericano (Morgan Freeman) indaga sobre esa teoría y Lucy puede ser la respuesta tantas preguntas.

Pero como en los videojuegos clásicos hay que pasarse todos los niveles. Y sin dejar de destrozar el mobiliario urbano de París, pasatiempo predilecto de Besson. Mediocre.