Stephen King no volvió a dirigir después de dar a luz este engendro lo cual es una muestra más de su inteligencia. Es entendible que un escritor con el toque de Midas como él en algún momento, ya harto de malas adaptaciones de sus relatos, se le dé por hacer él mismo el trabajo. Sin ir más lejos, Billy Wilder empezó a dirigir cansado de que le "destrozaran" sus guiones.
Claro que lo de el gran Wilder fue un inconmensurable acierto, si tenemos en cuenta que hablamos de uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Para Stephen queda esta patética y aburrida muestra de lo díficil que es dotar de interés, coherencia y ritmo a una película. Claro, algo en lo que Billy fue el más grande de los maestros.