Superficial y muy hollywoodiense acercamiento al Afganistán anterior a la intervención internacional, la película está basada en una novela escrita por un exiliado afincado en EE.UU. El resultado, al estilo de lo que Andy García hizo en "La ciudad perdida", el previsible: una emocionante historia de amistad entre dos niños, que sirve como excusa para mostrarnos las maldades del régimen talibán y justificar, de paso, la ocupación del país, sobre todo ante el público estadounidense. Todo ello, barnizado con una puesta en escena y unas intenciones "poéticas", que, en ocasiones, resultan pelín cargantes. La nominada banda sonora de Alberto Iglesias es de lo mejor del filme, pero, sin embargo, y a pesar de sus esfuerzos, no me parece de sus trabajos más conseguidos.

Por lo demás, nada nuevo bajo el sol; un producto que consigue mucho menos de lo que pretendía, aunque no exento de calidad, pero que, en el fondo, no es más que mera propaganda encubierta.