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Drama
Josey Aimes (Charlize Theron), una madre soltera, regresa a su pueblo natal en el norte de Minnesota y, para salir adelante, busca empleo en las minas de hierro, un trabajo dominado completamente por hombres y donde hay una gran discriminación por género. Pronto Josey se verá sometida a todo tipo de humillaciones por ser mujer. (FILMAFFINITY)
18 de agosto de 2008
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en un hecho real recogido en un libro de Clara Bingham y Laura Leedy.
Después de romper su matrimonio, Josey Aimes (Chalize Theron) y sus dos hijos retornan a su pueblo en Minnesota.
Allí comenzará a trabajar en la mina, padeciendo junto a la dura labor profesional el acoso de sus compañeros masculinos.
En numerosas ocasiones no es suficiente con un reparto de reconocido -y merecido- prestigio; no es suficiente con una buena historia, ni tampoco con una correcta dirección.
En numerosas ocasiones hace falta algo más que levante el ritmo de un metraje que desciende vertiginosamente transcurrido su primer cuarto de hora.
Algo parecido le ocurre a la nueva película de la neozelandesa Niki Caro quien regresa al cine tras "Jinete de ballenas", ("Whale Rider", 2002) largometraje de denuncia social en el que una niña maorí (Pai) tendrá que hacer frente a su abuelo y la negativa de legarle el liderazgo de su pequeña comunidad por ser mujer.
"En tierra de hombres" narra la historia real de la primera mujer que en 1989 llevó, en Estados Unidos, a juicio un caso de acoso sexual.
Sigue en el spoiler por falta de espacio
Después de romper su matrimonio, Josey Aimes (Chalize Theron) y sus dos hijos retornan a su pueblo en Minnesota.
Allí comenzará a trabajar en la mina, padeciendo junto a la dura labor profesional el acoso de sus compañeros masculinos.
En numerosas ocasiones no es suficiente con un reparto de reconocido -y merecido- prestigio; no es suficiente con una buena historia, ni tampoco con una correcta dirección.
En numerosas ocasiones hace falta algo más que levante el ritmo de un metraje que desciende vertiginosamente transcurrido su primer cuarto de hora.
Algo parecido le ocurre a la nueva película de la neozelandesa Niki Caro quien regresa al cine tras "Jinete de ballenas", ("Whale Rider", 2002) largometraje de denuncia social en el que una niña maorí (Pai) tendrá que hacer frente a su abuelo y la negativa de legarle el liderazgo de su pequeña comunidad por ser mujer.
"En tierra de hombres" narra la historia real de la primera mujer que en 1989 llevó, en Estados Unidos, a juicio un caso de acoso sexual.
Sigue en el spoiler por falta de espacio
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Josey Aimes (Charlize Theron) después de la última paliza propinada por su marido decide dejarlo todo y partir con sus dos hijos al norte de Minessota, donde le esperan sus padres (Richard Jenkins y Sissy Spacey) para estrenar una nueva vida.
Es allí donde de la mano de su antigua amiga Glory (Frances McDorman) se introduce en el mundo laboral que le proporciona la mina; la única manera de salir adelante y poder ser independiente. Pero lo que parece una buena alternativa resulta ser un agujero negro en el que tiene que soportar todo tipo de vejaciones y abusos por parte de los hombres, hasta que reúne el valor necesario para denunciar la situación.
Como quien pusiera imágenes a la archiconocida "It´s a man´s World" de James Brown, Caro urde una maraña de tropelías en un mundo más bien parecido al universo Disney en el que los malos son muy malos, y los buenos son muy buenos; pero con mucho cuidado de ser "políticamente correcta" y no caer en los prototípicos machismos y feminismos que podrían haber regido el film.
Para ello, se vale de las actuaciones de Sean Bean, Woody Harrelson y Richard Jenkins, que son el símbolo de que el "buen hombre" también existe y que si esta vez el león sí es tan fiero como lo pintan, siempre hay una mano amiga con la que poder contar.
La película pierde fuerza a cada minuto que pasa y se vuelve tan predecible que el patio de butacas se pierde en elucubraciones varias que tienen menos que ver con la película y mucho más que ver con el anuncio de Charlize de una conocida marca de productos capilares, que sin querer se vuelve recurrente a lo largo de la película.
En fin, es una pena que se desperdicie de esta manera el trabajo y la profesionalidad de grandes estrellas de la interpretación hollywoodiense, relegando su trabajo a una película de las que nos arrullan el sueño tras la comida de los domingos frente al televisor
Es allí donde de la mano de su antigua amiga Glory (Frances McDorman) se introduce en el mundo laboral que le proporciona la mina; la única manera de salir adelante y poder ser independiente. Pero lo que parece una buena alternativa resulta ser un agujero negro en el que tiene que soportar todo tipo de vejaciones y abusos por parte de los hombres, hasta que reúne el valor necesario para denunciar la situación.
Como quien pusiera imágenes a la archiconocida "It´s a man´s World" de James Brown, Caro urde una maraña de tropelías en un mundo más bien parecido al universo Disney en el que los malos son muy malos, y los buenos son muy buenos; pero con mucho cuidado de ser "políticamente correcta" y no caer en los prototípicos machismos y feminismos que podrían haber regido el film.
Para ello, se vale de las actuaciones de Sean Bean, Woody Harrelson y Richard Jenkins, que son el símbolo de que el "buen hombre" también existe y que si esta vez el león sí es tan fiero como lo pintan, siempre hay una mano amiga con la que poder contar.
La película pierde fuerza a cada minuto que pasa y se vuelve tan predecible que el patio de butacas se pierde en elucubraciones varias que tienen menos que ver con la película y mucho más que ver con el anuncio de Charlize de una conocida marca de productos capilares, que sin querer se vuelve recurrente a lo largo de la película.
En fin, es una pena que se desperdicie de esta manera el trabajo y la profesionalidad de grandes estrellas de la interpretación hollywoodiense, relegando su trabajo a una película de las que nos arrullan el sueño tras la comida de los domingos frente al televisor