Misteriosos comprotamientos magnéticos nunca antes vistos (lógica cero). Soldados rusos malos (cómo no) completamente subnormales. Personajes que luchan en situaciones en las que nadie lucharía. Balas de plástico, tiradores miopes, o protagonista de acero, todavía no lo tengo muy claro. Cate Blanchett interpretando a un personaje odioso no por lo que es, si no por cómo está interpretado (AKA sobreactuación). Shia LaBeouf haciendo el payaso y poco más, eso sí, mal doblado. Una historia de lo más chunga. Chismes explosivos que están siempre en el sitio y el momento indicados para poder gastarse unos millones más en efectos especiales. Artefactos/trampas construidos por seres humanos (considero necesaria la aclaración) cuyo funcionamiento huye de toda ley física existente en este mundo. Karen Allen interpretando a un personaje imbécil (uno más). Personajes inmortales. El típico malo grandullón imbécil que se resiste un poco más que el resto. Saltos precipicio-abajo que terminan bien por intervención divina. Neveras blindadas que resisten explosiones nucleares y que sólo se abren desde dentro manteniendo totalmente impune a la persona que lleven dentro, después de haber recorrido kilómetros de desierto a velocidades propias de la fórmula uno. Cosas que no se explican (¿a quién le importa?). Un hippie colgado que se dedica a pintar la mona. Un final... un final. Persecuciones de media hora que (aunque, qué cojones, molan) eclipsan por completo a la historia. Millas de selva con carreteras (más o menos) perfectamente transitables. Ja ja.

Y muchas cosas más que conforman Indiana Jones y la Calavera de Cristal, un monumento al sinsentido aventurero para toda la familia, tan bien rodado, efectivo y vacío, como entretenido.