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Voto de Kyrios:
7
Drama Biopic del famoso pintor impresionista Vincent Van Gogh, que retrata su atormentada vida a partir de su obra, que no es más que un reflejo de la ansiedad, la sensación de fracaso y la soledad que lo llevaron, finalmente, a la locura. (FILMAFFINITY)
26 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lust for Life (El Loco del Pelo Rojo, 1956) es un biopic sobre una de las figuras artísticas más importantes de finales de siglo XIX, Vincent Van Gogh. A pesar de ello, el pintor no era reconocido en su época …ni tampoco en el momento en que Vincent Minnelli rodó el filme. En los años cincuenta, el desconocimiento del público general sobre el pintor era aún bastante notable (y su fama no llegaría a ser tan popular hasta la década de los ochenta y noventa). La película adaptó la novela de de Irving Stone, y fue producida por la MGM. El formato fue el Cinemascope, que después de ver el filme se convierte en imprescindible para afrontar una película de semejantes características.

Nos encontramos pues ante un Biopic, aunque no del todo convencional. Normal, teniendo en cuenta que Minnelli tampoco es un director más del sistema Hollywoodiense. El director rueda con pasión, tanta como si estuviera aún rodando alguno de los musicales que lo hicieron célebre, como es el caso de An American in Paris (Un americano en París, 1951). Como veremos más adelante, la película ayudó a contribuir al mito del artista romántico, tomando a Van Gogh como uno de los máximos referentes en este sentido.

La película nos hace un repaso de la trayectoria del pintor, desde sus orígenes profesionales (comenzando como misionero en una pequeña localidad dedicada a la minería) hasta su trágico fallecimiento. La película combina la vida real, con discursos sobre la pintura y la vida (muchos inspirados por las Cartas a Theo, que son una fuente literaria imprescindible para la película) e imágenes de la propia obra de Van Gogh (que se colocan de manera cronológica). La película se centra por tanto en muchos frentes, aunque el principal es el desarrollo del drama personal de Van Gogh, y la función de la pintura en él.

El conflicto humano es el que sale a relucir con la película de Minnelli. Van Gogh aparece retratado como el genio contemporáneo por antonomasia, que se rebela contra el lugar preestablecido que se le ha asignado en la sociedad. Minnelli aplica una pátina romántica que cubre completamente el personaje. Perfectamente, la película podría titularse Van Gogh contra el mundo. Lo cierto es que para elaborar esta visión el cineasta cae en muchos momentos en la brocha gorda, elaborando una visión reduccionista del personaje (por ejemplo, para demostrar su escaso éxito el filme trata de compararlo con los pintores que promocionaba su hermano, cuando en realidad Theo fue un marchante de no demasiado potencial económico). Una visión de pintor primitivo (irascible y violento), que además se liga bastante con el contexto cultural de la América de los años cincuenta, con el grupo denominado como “Action Painting” y los pintores como Jackson Pollock o Wilhem Kooning (pintores con una personalidad ciertamente fuerte y controvertida).

Minnelli intentó ser lo más perfeccionista posible en términos formales, y eso se nota claramente en la película. Las intenciones del director de ajustarse a un discurso verosímil lo llevaron a rodar en diversas zonas de la propia Bélgica, además de contar con la ayuda de Cedric Gibbons[1] quien reconstruiría muchas de las pinturas del artista, así como el vestuario y edificios. Como en Rembrandt (Rembrandt, 1936) de Alexander Korda, la película nos reconstruye cinematográficamente algunos de los propios cuadros del pintor, que toman vida por sí mismos en el filme. Así por ejemplo, la secuencia del Café de Noche, tienen la intención de recrear los supuestos momentos en los que debía de sentirse el pintor cuando pintó la escena, colocándole en medio de la acción.

Kirk Douglas como un inflamado Van Gogh. El actor, uno de los más grandes de Hollywood, cumple perfectamente el rol que le otorga Minnelli, mientras que el guión (siguiendo parte de la realidad histórica) añade un personaje real que cumple la misión de complementar al principal. Me refiero, claro está, A Paul Gaugin, que interpreta ni más ni menos que Anthony Quinn. A pesar de que la película sólo se centra en la relación de los dos personajes en un momento del filme (hacia la mitad) si es cierto que existe una dicotomía importante entre los dos pintores, que Minnelli se encarga de retratar.

[1] WALKER, John Albert, Art and artists on Screens, Ed. Institute of Artology, Manchester 2010

https://neokunst.wordpress.com/2015/02/26/el-loco-del-pelo-rojo-1956/
Kyrios
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