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Voto de Kyrios:
6
7,4
7.581
Intriga. Drama
Un inmigrante húngaro (Armin Mueller-Stahl), afincado en los Estados Unidos desde el final de la II Guerra Mundial, es acusado de ser un criminal de guerra nazi. Su hija Ann (Jessica Lange), una abogada de prestigio, convencida de su inocencia, decide ocuparse personalmente de su defensa. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joe Estherzas, el célebre guionista que escribió el libreto (en su momento llegó a ser el más pagado en Hollywood) de Basic Instinct (Instinto Básico, 1992) colaboró también con el prestigioso director Costantin Costa-Gavras, durante el periplo de este en los Estados Unidos, realizando el guión de Music Box (La Caja de Música, 1989). La elección viene ni que pintada, si tenemos en cuenta las raíces húngaras de Estherzas, y la propia importancia del país centroeuropeo en el filme. Por otra parte, los rasgos del guión son bastante identificables con otros trabajos del propio Estherzas, y podemos comparar fácilmente La Caja de Música con Instinto Básico (ambas comparten un personaje motor en la historia que oculta un pasado peligroso, ambas suceden en ambientes parecidos, y las dos culminan con un progreso escalonado de tensión con sorprendente revelación final).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Sobre Costa-Gavras sobran presentaciones. Pero hay que decir, que en la Caja de Música, lo que más destaca es precisamente las intenciones de aclimatar la propuesta fílmica en torno al nuevo lugar de producción en el que se encontraba en aquel momento el cineasta. Si Costa-Gavras no se amilanó en Europa, dirigiendo año tras año películas continuamente polémicas, que atacaban y desvelaban las miserias y los entresijos ocultos de las políticas de diversos gobiernos europeos, en el filme que nos corresponde, el cineasta hace lo propio con los Estados Unidos, en un aspecto histórico poco conocido, como fue la asimilación por parte del estado, de muchos partidarios europeos de gobiernos fascistas. Y además, la película también ofrece un contenido dramático, que como veremos, acaba imponiéndose a la propia temática política.
La Caja de Música arranca tranquilamente en una ciudad cualquiera de los Estados Unidos. Los primeros compases se centran en desarrollar precisamente una apacible atmósfera familiar, que se ve truncada con una extraña revelación. Mike Laszlo, interpretado por Armin Mueller-Stahl, un hombre ya anciano y emigrado de origen húngaro, es acusado de genocidio y crímenes de guerra durante la segunda guerra mundial. Su hija, quien interpreta Jessica Lange, es abogada, y decide defender a su padre ante los tribunales. Así pues, nos encontramos con la introducción (presentación del núcleo familiar y de los eventos) y un nudo, que es la defensa en sí del acusado y que en la película adopta el género de cine de juzgado, tan típico del cine norteamericano.
Y ahí Costa-Gavras sale del apuro, pero lo cierto es que a las escenas de juicios le faltan intensidad y sobre todo creatividad. El desarrollo de las escenas son prácticamente calcadas (con nuestra protagonista acusando a los testigos de pertenecer al partido comunista) y el director no consigue el mismo nivel que en otras películas donde si había conreado el género judicial con éxito, como es el caso de Section Spéciale (Sección Especial, 1975), película que mostraba la colaboración francesa en el gobierno de Vichy, con el régimen nazi.
En el desenlace, todo lo que se había comprimido en a lo largo del metraje acaba finalizando en un final sorprendente (o teóricamente sorprendente) que pretende dejar Ko al espectador. Aunque es verdad, que La Caja de Música no consigue llegar al mismo nivel de análisis que otras películas del director, siempre hirientes. No existe un análisis de los fascistas que al terminar la guerra emigraron a países como Estados Unidos, sino que esto queda como un simple caso aislado, esto es, el del protagonista. Y precisamente esto lo que provoca es que la película se acaba tomando más como un filme de carácter dramático, antes que político. Especialmente, donde se hace hincapié es en la relación entre padre e hija, y las turbulencias por la que transcurre a lo largo de la película, con la pregunta final ¿Qué harías tú si descubrieras que tú padre es en realidad un criminal sanguinario?
¿Y qué pasa con el eje principal de la película, y la tensión progresiva en la que se cimenta prácticamente todo el metraje? Que la película es del 1989 se nota también en la ingenuidad de su propuesta. Cualquiera espectador con dos dedos de frente, difícilmente puede creerse algún tipo de intriga. ¿Es esto un grave error del guión, que no sabe ocultar el eje principal del filme? Personalmente creo que en realidad se trata de otro asunto, y es que el espectador de 1989, no puede comparar con el actual, mucho más experimentado y más tendente a pensar siempre en la “trampa del guión”.
Para finalizar, hay que añadir que gran peso de la película recae sobre la interpretación de los personajes, especialmente del dúo protagonista. Y ambos cumplen a la perfección, tanto Jessica Lange (en todos los aspectos que le exige el guión, más diversos que el personaje de su padre) como Armin Mueller-Stahl.
La Caja de Música arranca tranquilamente en una ciudad cualquiera de los Estados Unidos. Los primeros compases se centran en desarrollar precisamente una apacible atmósfera familiar, que se ve truncada con una extraña revelación. Mike Laszlo, interpretado por Armin Mueller-Stahl, un hombre ya anciano y emigrado de origen húngaro, es acusado de genocidio y crímenes de guerra durante la segunda guerra mundial. Su hija, quien interpreta Jessica Lange, es abogada, y decide defender a su padre ante los tribunales. Así pues, nos encontramos con la introducción (presentación del núcleo familiar y de los eventos) y un nudo, que es la defensa en sí del acusado y que en la película adopta el género de cine de juzgado, tan típico del cine norteamericano.
Y ahí Costa-Gavras sale del apuro, pero lo cierto es que a las escenas de juicios le faltan intensidad y sobre todo creatividad. El desarrollo de las escenas son prácticamente calcadas (con nuestra protagonista acusando a los testigos de pertenecer al partido comunista) y el director no consigue el mismo nivel que en otras películas donde si había conreado el género judicial con éxito, como es el caso de Section Spéciale (Sección Especial, 1975), película que mostraba la colaboración francesa en el gobierno de Vichy, con el régimen nazi.
En el desenlace, todo lo que se había comprimido en a lo largo del metraje acaba finalizando en un final sorprendente (o teóricamente sorprendente) que pretende dejar Ko al espectador. Aunque es verdad, que La Caja de Música no consigue llegar al mismo nivel de análisis que otras películas del director, siempre hirientes. No existe un análisis de los fascistas que al terminar la guerra emigraron a países como Estados Unidos, sino que esto queda como un simple caso aislado, esto es, el del protagonista. Y precisamente esto lo que provoca es que la película se acaba tomando más como un filme de carácter dramático, antes que político. Especialmente, donde se hace hincapié es en la relación entre padre e hija, y las turbulencias por la que transcurre a lo largo de la película, con la pregunta final ¿Qué harías tú si descubrieras que tú padre es en realidad un criminal sanguinario?
¿Y qué pasa con el eje principal de la película, y la tensión progresiva en la que se cimenta prácticamente todo el metraje? Que la película es del 1989 se nota también en la ingenuidad de su propuesta. Cualquiera espectador con dos dedos de frente, difícilmente puede creerse algún tipo de intriga. ¿Es esto un grave error del guión, que no sabe ocultar el eje principal del filme? Personalmente creo que en realidad se trata de otro asunto, y es que el espectador de 1989, no puede comparar con el actual, mucho más experimentado y más tendente a pensar siempre en la “trampa del guión”.
Para finalizar, hay que añadir que gran peso de la película recae sobre la interpretación de los personajes, especialmente del dúo protagonista. Y ambos cumplen a la perfección, tanto Jessica Lange (en todos los aspectos que le exige el guión, más diversos que el personaje de su padre) como Armin Mueller-Stahl.