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Voto de Quique Mex:
6
7,4
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Comedia. Drama
En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
17 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de un escritor con glorias añejas devenido en periodista (Tony Servillo), Sorrentino mira con sorna a la clase burguesa de la Roma de los tiempos de Berlusconi.
Con una puesta en escena grandilocuente y barroca por igual, todo en La gran belleza explota; la música, los gritos de todos, los colores, las apabullantes imágenes llenas de significado, monjas por doquier, referencias cinematográficas, etc.
Sorrentino apuesta a todo en esta especie de remake actualizada de La Dolce Vita, o quizás secuela un tanto tardía, que mira a Roma con todo su esplendor y belleza y sus excesos casi caricaturescos.
Servillo borda su papel de Jep Gambardella con ciertos trazos que recuerdan indefectiblemente a Mastroianni, en una más de tantas citas, referencias, influencias y/o pretensiones a lo Fellini, aunque también hace un guiño a otros cineastas (Scola, Buñuel, Visconti).
La primera parte, con esa hipnótica secuencia de la gran fiesta en la terraza con un remix de Rafaella Carrá, dance y mariachi, aristócratas bailan con frenesí mientras Jep reflexiona e ironiza de la actualidad de la sociedad y su decadencia, da paso a una parte más intimista donde Jep y su grupo de amigos intercambian sus frustraciones, nostalgias y aparecen personajes y situaciones que modifican la ironía del personaje en cierta tristeza reflexiva.
La gran belleza es un gran espectáculo que difícilmente deja indiferente a nadie.
Con una puesta en escena grandilocuente y barroca por igual, todo en La gran belleza explota; la música, los gritos de todos, los colores, las apabullantes imágenes llenas de significado, monjas por doquier, referencias cinematográficas, etc.
Sorrentino apuesta a todo en esta especie de remake actualizada de La Dolce Vita, o quizás secuela un tanto tardía, que mira a Roma con todo su esplendor y belleza y sus excesos casi caricaturescos.
Servillo borda su papel de Jep Gambardella con ciertos trazos que recuerdan indefectiblemente a Mastroianni, en una más de tantas citas, referencias, influencias y/o pretensiones a lo Fellini, aunque también hace un guiño a otros cineastas (Scola, Buñuel, Visconti).
La primera parte, con esa hipnótica secuencia de la gran fiesta en la terraza con un remix de Rafaella Carrá, dance y mariachi, aristócratas bailan con frenesí mientras Jep reflexiona e ironiza de la actualidad de la sociedad y su decadencia, da paso a una parte más intimista donde Jep y su grupo de amigos intercambian sus frustraciones, nostalgias y aparecen personajes y situaciones que modifican la ironía del personaje en cierta tristeza reflexiva.
La gran belleza es un gran espectáculo que difícilmente deja indiferente a nadie.