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España España · Madrid
Voto de SyckBoy:
5
Comedia Como miles de neoyorkinos, Richard Sherman (Tom Ewell) se ha quedado trabajando en agosto mientras su mujer e hijos disfrutan de unas gratas vacaciones en la playa. Siguiendo las recomendaciones de su esposa, está dispuesto a dejar de fumar, de beber, a acostarse pronto y sobre todo a no echar una cana al aire. Pero la tentación aparece cuando conoce a una despampanante vecina (Marilyn Monroe), tan sexy como ingenua. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2009
108 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando, en alguna entrevista, se le preguntaba a Wilder sobre esta película solía contestar con su inconfubible acento centroeuropeo: "Nunca me gustó". Y razón no le faltaba. La verdad es que, si se la compara con otras comedias de Wilder, "La tentación vive arriba" sale muy mal parada. El guión parte de una obra teatro de George Axelrod ("Desayuno con diamantes"), fiel reflejo de la América obsesionada por el sexo tras los años de la censura. El principal problema del texto radica en la articulación del mismo mediante monólogos en voz alta, que resultan algo forzados. Aún así, el ingenio de Wilder consigue asomar incluso a través de la desafortunada presencia de Tom Ewell (protagonista también en la obra teatral) que no llega en ningún momento a las capas más profundas del guión. Es una pena que el estudio se negara a aprobar la primera elección de Wilder para el papel protagonista, un joven actor desconocido llamado Walter Matthau. Si uno imagina la dupla Matthau-Monroe, es fácil ver que la película habría sido muy diferente.
A pesar de todo resulta innegablemente atractivo contemplar la avalancha de sensualidad que acompaña a la "inocente" chica encarnada por Marilyn Monroe. Y, por supuesto, está el momento que se haría legendario. Caminando con Ewell por la calles de Nueva York, tras haber visto en un cine "La mujer y el monstruo" (Jack Arnold, 1954), Marilyn Monroe se refresca sobre una reja de ventilación del metro. Su vestido blanco se eleva y nace una de las imágines más simbólicas de la historia del cine. (Habría que decir que el aire que sale de las rejas de ventilación del metro suele ser más bien caliente, y por tanto poco refrescante, pero bueno, lo pasaremos por alto). Fuera de encuadre había miles de neoyorquinos curiosos, entre los que se incluía el marido de Merilyn, Joe DiMaggio (famoso jugador de beisbol), que susurró algo al oído de su esposa y se fue a casa enfadado. Wilder lo explicaba así en una entrevisa con el director Cameron Crow: -"¿La salida de DiMaggio le estropeó el humor a Monroe?" - "No. Le encantaban las multitudes. Se llevó el dedo a los labios, todos se callaron, y seguimos rodando."
SyckBoy
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