Una de las estrategias más eficaces para esquivar la morralla contemporánea, que abunda especialmente en la animación, aunque desde luego hay excepciones notables, es tirar de una obra de probada antigüedad, cosa que si somos un poco avispados, podríamos intuir a los pocos minutos. En este caso Jimmy Hayward y Steve Martino nos sorprenden con la adaptación del relato infantil escrito por el Dr. Seuss en 1954, "Horton y el mundo de los Quien". Propuesta de tierno sabor, mucha imaginación y colorida apariencia, pero además con el espíritu del verdadero cuento, eso voz en off viene de perlas, que incluye un precioso final, en Estados Unidos logró colarse en el top ten de las más taquilleras, aunque a nivel mundial su éxito fue menor al quedarse en el puesto número 18.

De todos modos, aunque tenga un tono muy para niños, las ideas y metáforas que maneja son incluso hasta complicadas, lo cual que no quita que sea además divertida, que lo es. Diría que expone una serie de principios de modo muy claro para que los más pequeños lo comprendan pero a la vez, sirvan de toque de atención a los más adultos. Por supuesto, hay algo místico en este mundo concentrado en una mota, además de original, que de este modo puede funcionar como alegoría de la tierra sacudida por la presencia divina, representada por la figura del elefante. ¿No apela a la religión la tozudez canguril en "lo que no se puede oír, ver, ni tocar no existe"? Lo mismo que su "Una persona es una persona, no importa lo pequeño que sea" ha sido interpretado como consigna antiabortista.