Va a ser difícil salvar a "Zoolader: un descerebrado de moda". La idea, la de satirizar el mundo de la moda, más cercano a la frivolidad, el mal gusto y la superficialidad que del glamur y la elegancia, según Ben Stiller, que actúa, dirige y co-escribe el guión, parece original y de hecho durante algunos minutos demuestra que así es. Sin embargo, las ideas se agotan pronto y entonces solo quedan las muecas, frases tontas y miradas que por muy "azules" o "magnum" que sean no pueden sustentar por sí sola la película. Al final, termina siendo algo pesada pero sobre todo escasamente divertida, quizás dos o tres gracias aisladas. De hecho, quién lo iba a decir, funciona mejor como crítica a la precarización mundial del trabajo por medio de las multinacionales, que como una comedia.

Dicho esto, resulta tremendamente complicado el intento de Stiller, lo cual hay que tener en cuenta para evaluar su "Zoolander". En esencia, lo paródico es necesario para el humor que busca pero lo que consigue es que sea todo desagradable, especialmente en lo visual. Me pregunto que si en vez de a estos dos hubieran puesto a dos guaperas de verdad como supermodelos hubiera mejorado pero lo dudo. Esta combinación de belleza falsa o no, aquí desde luego no, con estupidez y moda hortera, es demoledora. Imaginad si los protagonistas fueran "las protagonistas", es decir, mujeres. De hecho, se manejan los mismos estereotipos, crueles y falsos, femeninos pero adjudicándoselos a los varones, aunque el efecto es el mismo: dinamitar el ideal femenino que representan las modelos.