He querido esperar más de diez años para verla, cuando ya nadie habla de los Hobbits y nadie imita la voz del Golum. Eso sí, he tenido que verla con la persona ideal para no perderme, alguien experto en los temas relacionados con la literatura de Tolkien, y es que sin sus comentarios añadidos no creo que hubiera llegado al final, de hecho, las otras veces que lo había intentado no había salido de la Comarca y antes de los 40 minutos ya estaba durmiendo. Por fin la he visto, casi tres horas hasta ese abrupto final en el que los diversos personajes, unos con más gracia que otros, viven una aventura plagada de situaciones sin sentido para mí, inexplicables, sólo aceptables si se es muy indulgente, sólo aptos para los incondicionales del señor Tolkien y para quienes gustan de unos excesos visuales muy currados, eso sí, que le dan a la película el único y preciado valor de entretener a toda costa.

Por lo visto los seguidores del universo Tolkien estuvieron de enhorabuena con la aparición de la trilogía, el porcentaje de descontentos fue escaso y de esta manera Peter Jackson y los inversores se hicieron de oro con todo el merchandising que supuso tanto orco, elfo, magos y demás leches. Además de la película ya sabemos todo lo que hay detrás.

Vista por un no seguidor de los hechos ocurridos en la Tierra Media, vista por mí, que me han atraído bien poco todas estas cosas, confieso que el espectáculo visual es brillante a menudo, pero también es cierto que me he aburrido muchísimo y que si no llega a ser por quien me acompañó durante la larga travesía, creo que no hubiera llegado a verla. Para mí es una road movie rara, con gente rara, en unos escenarios de lujo y con unos efectos impresionables... Vaya, por fin sé lo que es un Hobbit, lo que es el maldito anillo, lo que son los humanos al lado de los demás, seres del montón.

Lo diré claro, "El señor de los anillo" es simplemente una cinta apreciable y simpática, demasiado larga, poco más para mí...