Está claro que hablar de Takeshi Kitano es hablar de alguien especial. Por lo que sé, por lo poco que he podido comprobar, es capaz de realizar exhibiciones tremendas de violencia y de sangre y, yéndose al otro extremo, también es capaz de abrazar sin complejos a la ternura, como es el caso de la sencilla historia de Kikujiro y su verano. Recuerdo haber visto "Sonatine", una de yakuzas muy personal, muy loca, con muchas cosas destacables y muy arriesgada. Aquella otra del samurái ciego ya es la leche, y llegados a Kikujiro no esperaba encontrar tanto mimo, tanta dulzura, incluso diría añoranza por la infancia que todos acabamos perdiendo, tanto sentimentalismo.

Con esta rareza a mí me ha ganado el corazón. Porque nadie que haya visto esta película negará que está plagada de rarezas, cuestión que no tiene que ver con la calidad o el talento: bajo mi punto de vista no basta con sumar cosas raras una detrás de otra, lo importante es saber ofrecer un resultado apreciable, saber hacer las cosas bien. Y no sé explicar cómo ni porqué pero Kitano, el mismo de "humor amarillo", sabe llevar la ternura a la pantalla. Tiene fácil una cosa, lo hace a través de un niño, eso es así aquí y siempre. Pero lo que más me asombra es que deja su sello, que es capaz de seguir siendo fiel a sus locuras y sin embargo Kikujiro es una película sentimental, agradable de ver y muy recomendable.

Una "road movie" especial con una música maravillosa, con dos secundarios que me han parecido portentosos (los dos moteros, sensacionales), y un Kitano, como actor, hablo ahora del personaje, capaz de transmitir tanta chaladura y tanta ternura a la vez. Para mí, una película a reivindicar, merece más nota que la que yo le he puesto.