Qué maravillosa película el último trabajo de Jean Becker. Desde luego, este señor se ha ganado ya mi admiración y estoy deseando ver su anterior trabajo, "Conversaciones con mi jardinero", que si es sólo la mitad de buena que ésta ya merece la pena. Afortunadamente, el cine francés sigue en óptimo estado de forma y aquí se demuestra, cómo una película sin artificios, sólo a base de buena dirección, mejor guión basado en una novela que seguro que debe de ser también maravillosa y con un plantel de actores que no parecen actuar en ningún momento se consigue una verdadera obra maestra. A mí me ha encantado, me ha emocionado, me ha dejado tocada, ha sido como un puñetazo en toda la cara, no puedo dejar de recomendarla, pero eso sí, para disfrutar de ella con toda la tranquilidad del mundo, dándole su tiempo, porque es una película de actores y de conversaciones, no de acción y movimiento, todo va llegando a su debido momento y merece la pena llegar hasta el final para comprender las motivaciones personales que llevan al protagonista a actuar de la manera que lo hace. Mira que suelo seguir el cine galo, pero a Albert Dupontel jamás le había visto actuar y me ha llegado al alma, está simplemente perfecto (como anécdota decir que durante toda la película me preguntaba a quién me recordaba su rostro y llegué a la conclusión de que se parece al repelente "conde" Lecquio, sí, el de Anita Obregón). Le acompaña una maravillosa Marie-Josée Croze, sencilla, elegante, como muy bien dice otro usuario, y el veterano Pierre Vaneck dejando también una muy buena actuación como padre del protagonista. Para terminar, decir que vaya pedazo de canción la del señor Serge Reggiani en los créditos finales, la que da título a mi crítica, con una letra maravillosa, "¿Cuanto tiempo queda? Años días, horas?" Y es que ninguno de nosotros puede afirmar cuánto tiempo nos queda para disfrutar de nuestra vida, ¿verdad?, razón por la que tenemos que vivir el día a día al máximo, a ver si me aplico de una vez el consejo.