Un auténtico salto adelante en el thriller español como lo demuestran los 10 Goyas que se ha llevado.
La ambientación en los años 80 causa admiración. ¡Es como si hubiera estado rodada en aquellos años! Las ferias, las carreteras, los vehículos… Todo absolutamente. Tenemos que ceñirnos a aquellos años, hay que respetar el guion. Podía haber sucedido en la época actual, pero hay que comprender que se le quería dar determinado ambiente a la historia. Por tanto nos situamos en los años 80, y nos situamos con una facilidad pasmosa.
Los personajes de los 2 policías es un punto aparte. Prodigiosos. No se han limitado a presentar dos policías destinados al sur de la península a resolver un sórdido caso. No. Es que ambos policías tienen multitud de matices. Eso engrandece la película. Cada paso es un nuevo aspecto del carisma de ambos. Uno de un lado, otro de otra forma de pensar… Uno más violento, otro pendiente de la mujer que ha dejado en la capital… El primero con un pasado oscuro, el otro más progresista… Tiene que ser así, porque aparte del caso a investigar, la pareja de policías son el argumento, la auténtica razón de la existencia de La isla Mínima.
Los agentes de la Guardia Civil son presentados como policías de otro Estado… Hay un aspecto territorial desconocido hasta este momento en el cine español. Y es que la película tiene el aire de ser una película americana, esos típicos casos de cuando los policías se trasladan a otro Estado a investigar algún crimen de ámbito federal.
No es una película para complacer al público con escenas contenidas, es trágica y agresiva, es una película para completar con realismo una historia de violaciones, sexo, drogas, etc. Un asunto llevado con profesionalidad, con rigor policial documentado evidentemente, una historia policial. Las historias policiales no gustan, asquean, deprimen, pero alguien tiene que encargarse de los sucesos trágicos, alguien tiene que encontrar a esos seres repugnantes que le hacen a uno pensar en determinados momentos, que el mundo tenía que explotar ya mismo y adiós muy buenas a todos. Por eso nos gustan las películas policiales, no es por morbosidad, sino porque al final, nos interesa saber de esos tipos que se dedican a hacer de tripas corazón.