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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Año 1942. Durante la ocupación de París por las tropas alemanas, un grupo de actores trata de sacar adelante una obra de teatro. Nadie sospecha que, en el sótano del edificio, se oculta el director del grupo, un hombre de origen judío que desde su escondrijo dirige la obra a través de las indicaciones que da a su mujer, que es la protagonista. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película reúne dos temas que le rondaban a Truffuat desde hacía bastante tiempo: el teatro y la ocupación nazi de París. El cineasta pretende encontrar un equilibrio entre dos envites: convocar sus recuerdos de infancia, de una época gris y confusa, y evocar la vida cotidiana de los parisinos sin compromiso ideológico ni heroísmo. El film relata la vida de un teatro, Montmartre en la Francia de Vichy, los esfuerzos y compromisos que hay que hacer para que el espectáculo continúe. Truffaut aplica el esquema dramatúrgico de “La noche americana” a un contexto menos frívolo: visto desde bastidores, la creación es un arreglo permanente entre las preocupaciones de la vida y la necesidad del trabajo.

Truffaut dirige su más grande producción hasta la fecha, nueve años después de su ruptura sentimental con Catherine Deneuve, y escribe para ella el grandioso y soberbio papel de Marion Steiner, la directora del teatro, una mujer capaz de afrontar unas circunstancias muy difíciles como esposa de un autor teatral judío perseguido por los nazis. Para el papel de Granger, el joven actor enamorado de Marion, contacta con la joven estrella del cine francés Gerard Depardieu, al que convence para el papel de un joven actor impulsivo y visceral influido por una cierta vena patriótica de simpatía con la resistencia.

El último metro al que alude el film, era el medio de transporte para volver a casa a la salida de los espectáculos antes del toque de queda en el París de la ocupación alemana. Pese a las apariencias, Truffaut, como en él es costumbre, no hizo un film político porque pensaba que este tipo de cine era una grosería. El cineasta prefiere centrarse en la exposición de los sentimientos de sus personajes, lealtad y traición, placer y arrepentimiento, alegría y tristeza. Otro cualquiera hubiera hecho un folletín, Truffaut ha conseguido una obra serena y equilibrada, desbordada de sensibilidad, humanidad y dulzura, ligeramente poética, aliñada con los convenientes toques de ironía, humor y hasta crueldad.

El cineasta nos propone la reconstrucción de una época partiendo de una recuperación estética casi cercana a lo retro. Asistimos a una representación teatral que se confunde con la vida y viceversa, en una prolongación del escenario. Una vez más el tratamiento fotográfico de Néstor Almendros es evocador y sugerente. Mención especial merecen la pareja protagonista, empezando por una Deneuve, que se nos presenta absolutamente distinta. Despojada de esa máscara de mujer fría y distante que le colocó Buñuel en “Belle de jour” y “Tristana” y que ha conservado durante unos años para transformarse en una actriz próxima, seductora, apasionada y vulnerable. En cuanto a Depardieu es, sin duda, un actor que sabe sacar a su personaje todo lo que lleva dentro.
Antonio Morales
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