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Voto de Antonio Morales:
8
Intriga. Drama Japón, siglo XII. En Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se guarecen de la torrencial lluvia un leñador, un sacerdote budista y un peregrino. Los tres discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal -con la ayuda de un médium- y del leñador, único ... [+]
19 de septiembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que abrió el cine japonés – hasta entonces desconocido – al mercado europeo y americano, ayudando a difundir a otros maestros del cine nipón como Ozu o Mizoguchi. Deudora del tiempo en que se rodó, justo cuatro años después del final de la guerra que arrasó el Japón. Kurosawa crea su película en plena ocupación americana, olvidando la realidad de un país destrozado para irse al “legendario” Japón del siglo XII. La estructura de la película proviene de la acertada combinación de dos relatos de Ryunosuke Akutagawa (En un bosque y La puerta de Rashomon), tomando el esquema argumental de la primera y el entorno físico de la segunda.

Se han producido dos delitos: un bandido ha violado a una mujer en presencia de su marido, un samurái, y luego lo ha asesinado. Presenciamos la versión de los hechos del asesino, la versión de la mujer, la del samurái a través de una vidente y la de un testigo. Kurosawa desarrolla con maestría el principio de la relatividad de la verdad; cada uno narra un incidente distinto, más próximo a lo que se espera que diga que a lo que sucedió en realidad, y debemos de extraer las conclusiones a través de verdades parciales. El resultado es fascinante, y mantiene el interés vivo por los hechos pese a incidir una y otra vez en la misma circunstancia. El cineasta desplaza la acción principal a un luminoso bosque, mientras que la realidad más palpable, el juicio, tiene lugar en un ambiente fantasmagórico, en el que resulta lícito convocar a los espíritus de los muertos para que testifiquen. Es una de las grandezas de Kurosawa, lo mágico puede ser contado como si fuera real.

En las películas de Kurosawa, las fuerzas de la naturaleza, los elementos atmosféricos se manifiestan de forma furiosa: la lluvia en “Rashomon”, la niebla en “Trono de sangre”, el viento en Dersu Uzala” y la nieve en “Sueños”, todo es intenso en el cine de este autor, no sólo los sentimientos. La fotografía, la puesta en escena, las interpretaciones, los movimientos de la cámara, todo parece haber sido llevado a término desde un apasionado amor por el cine.

Y en el fondo, ¿Qué viene a decir el film?: Que no hay ninguna verdad objetiva. Todos podemos tener razón. Todos somos egoístas. Todos mentimos. Todos somos parciales y miserables. Pero, aún así, hay que tener esperanza, porque los propios hombres que somos imperfectos, podemos encontrar un futuro. Justo lo que el pueblo japonés necesitaba oír en ese momento. Toda obra de arte termina siendo un testimonio de su tiempo.
Antonio Morales
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