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España España · Miranda de Ebro
Voto de la28:
7
Comedia. Drama Los Hoover son una familia muy peculiar: el abuelo esnifa cocaína y suelta palabrotas, el padre fracasa estrepitosamente dando cursos para alcanzar el éxito, la madre no da abasto, el tío se está recuperando de un suicidio frustrado tras ser abandonado por su novio, el hijo adolescente lee a Nietzsche y guarda un mutismo absoluto. Y Olive, la hija pequeña, una niña gafotas y más bien gordita, quiere ser una reina de la belleza. Cuando, ... [+]
21 de julio de 2007
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noche en el museo, con el gesticulante Ben Stiller, 473 copias. Pequeña Miss Sunshine, 34 copias. ¡16 semanas en cartel! Ni la propia distribuidora, Hispanofoxfilm, filial en España de la major Twenty Centhury Fox, parecía apostar demasiado por esta pequeña gran película. Contra todo pronóstico, el boca a boca todavía puede funcionar.
Pequeña Miss Sunshine es una comedia dramática aparentemente sin pretensiones; tal vez sea por su manifiesta humildad por lo que haya llegado al corazón de decenas de miles de espectadores en nuestro país. No inventa ningún género. Es una road movie donde, como es habitual, el viaje -metáfora del vivir- es más importante que el destino. Pero esta vez se han embarcado muchos pasajeros, pertenecientes todos a una familia rara, rara, rara. Cada miembro vive recluido en sus fracasos, que disfraza, con gran voluntarismo, de ambiciones. Son seres aislados en burbujas que únicamente se abren para engullir alimentos envasados, como vemos en las secuencias iniciales donde el espectador asiste a un desolador retrato de familia. Sólo la pequeña Olive parece ajena a este ambiente opresivo, y su meta, en la que no ha tenido tiempo de fracasar, es la que pone en marcha a esta patética Familia Monster revisitada.
No es frecuente, pero a veces ocurre, y aquí, como en American Beauty de Sam Mendes, pueden manifestarse dos niveles de lectura que dan satisfacción a dos tipos de espectadores. Un nivel rasante gratificará a quien sólo busca entretenimiento, reirse de vez en cuando mientras da cuenta de su paquete de palomitas. Un poco más abajo, hay un sótano existencialista ocupado por diálogos de peso, consejos transgresores, aprendizajes en el camino, bañados, en su conjunto, con suficiente líquido irónico-amniótico para no hacer decaer el ánimo y permitir aproximarnos con comprensión a todos los personajes.
En el aspecto visual, es curiosa la composición de ciertos planos fijos donde aparece la familia al completo, de tal manera que casi se adivinan las viñetas del Story board, subrayando así el pasmo de los protagonistas después de cada peripecia que el tormentoso itinerario les va deparando.
Todo el reparto realiza un trabajo magnífico y equilibrado. En las situaciones más disparatadas, los intérpretes mantienen la dignidad sin caer en la caricatura. Aunque algunos rostros sean bastante conocidos -Greg Kinnear (Mejor, imposible) o Toni Collette (La boda de Muriel)- no están todavía encasillados en nuestras retinas como para impedir su credibilidad; y, por supuesto, hay que destacar a Abigail Breslin, en el papel de Olive, que destila una inteligencia precoz, como si comprendiera toda la profundidad contenida en el guión.
Ésta no es una película sobre la familia, sino una historia de empujar furgonetas. Las furgonetas sólo avanzan con la ayuda de otros. Cada uno empuja, con las fuerzas de que dispone. Ni más, ni menos. La meta del viaje está dentro de nosotros.
la28
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