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Voto de Vivoleyendo:
8
Comedia. Romance. Drama Cal Weaver (Steve Carell), cuarentón y puritano, tiene una vida perfecta: un buen trabajo, una bonita casa, unos hijos estupendos y está casado con su novia de la adolescencia. Sin embargo, cuando se entera de que su esposa (Julianne Moore) lo ha traicionado y quiere el divorcio, su vida se desmorona. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2011
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un sugestivo plano inicial inaugura una magnífica comedia que, como es costumbre, pasó desapercibida ante los reconocimientos y galardones oficiales. En un restaurante a media luz, varias parejas hacen “piececitos” debajo de las mesas. La etapa por la que atraviesa cada relación anónima (no se ven las caras) se esboza graciosamente con ese juego de los pies tocándose insinuantemente, un lenguaje secreto en la dimensión oculta de los restaurantes. Las conversaciones de las parejas se desarrollan en dos capas, una la visible y normal, de mesa para arriba, y la otra invisible y atrevida, de mesa para abajo.
Pero hay una mesa en la que los pies están separados por kilómetros figurados, porque pese a mediar entre ellos un metro como mucho, nada de acercamientos, nada de roces traviesos. Por encima, la tensión es como el cuchillo de trinchar la carne. Cal, con la venda puesta en los ojos, pretende que se trata de una cena corriente más, como cualquier otra de cualquier viernes por la noche. Emily se rebulle inquieta en la silla y está a punto de soltar la bomba. Y la suelta. Y cuánta maestría en incluir comicidad en un trago tan arduo. Cuando él le pregunta qué quiere (se supone que para el postre) y sugiere que los dos lo digan a la vez, “crème brûlée” y “divorcio” suenan entremezclados sobre los platos.
Semejante postre arranca la venda a Cal de un manotazo.
Entonces da comienzo el proceso de reconocer que algo ha ocurrido para llegar a tal grado de deterioro en un matrimonio enamorado y que se ha amado durante muchos años. Llega el aturdimiento y sentirse del revés. Herido en lo más profundo por la traición de Emily, Cal empieza una alocada nueva fase de recién separado, y el cuartel de operaciones será un bar, núcleo de variados encuentros.
No tiene que ser pan comido crear una comedia tan buena, porque no se conforma con hacer reír, que lo logra y con creces, pues hay una serie de escenas que no tienen desperdicio. Lo del hijo preadolescente, la niñera, el nuevo amigo ligón y unas cuantas cosas más nos sacan más que sonrisas. No se reduce a la carcajada vacía, no es una humorada de risotadas. Su punto fuerte es que agita el alma con una sorprendente intensidad. Es de las que simulan ligereza y te derriban en el suelo del ring sin que hayas podido ni querido defenderte, porque te estrujan los sentimientos y eres feliz mientras caes.
Y te estás riendo y al mismo tiempo notas la garganta apretada cuando ves esta lección de amor y vida, con sus búsquedas y tropiezos, con sus giros inesperados, y con una ternura sin par mezclada con un buen chute de socarronería, para terminar esta degustación igual que tras comer un helado de menta con chispitas de chocolate, como el que se tomaron Cal y Emily en su primera cita, y que sabía mejor que ninguno.
Vivoleyendo
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