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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Luna de Avellaneda, un club de barrio que vivió en el pasado una época de esplendor, está atravesando una crisis que pone en peligro su existencia. Al parecer, la única salida posible es que se convierta en un Casino, pero esto se aparta de los ideales y de los fines para los que fue fundado en los años 40: un club social, deportivo y cultural. Los descendientes de los fundadores se debatirán entre la posibilidad de salvarse a cualquier ... [+]
22 de diciembre de 2008
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cálida noche de 1959, durante el carnaval, Román nació en el club social “Luna de Avellaneda”. El club estaba a reventar de gente que se divertía, que bailaba y que vibraba al son de un sentimiento colectivo de unidad.
Porque el “Luna de Avellaneda” era más que un club social. Era la ilusión de mucha gente que vertía sueños y esfuerzos para crear algo que trascendiera al simple paso de los individuos por esta tierra recalcitrante.
Era punto de encuentro, lugar de formación, de desarrollo vital, de educación para la vida, de contacto con los amigos, de recreo y de ocio.
Era el pulso de una población que tenía algo por lo que luchar.
Miles de socios, miles de pequeñas esperanzas puestas.
Román vino al mundo en medio de una explosión de música, alegría y color, en los momentos de máximo esplendor del club que le vio salir del vientre de su madre y respirar por primera vez aquel aire cargado de presagios.
Desde el mismo instante en que llegó, fue nombrado socio vitalicio.
Pero los años no pasan en balde.
Román se ha transformado en un hombre hecho y derecho, marido y padre, y los problemas acechan desde todos los frentes.
La decadencia devora el “Luna de Avellaneda” y afecta a las vidas de quienes forman parte de sus venas.
Román está acuciado por problemas matrimoniales y familiares, los demás socios que forman parte de la junta directiva también están azotados por dificultades de diverso tipo: económicas, sentimentales, alcoholismo… El club se va a la quiebra, la deuda que ha acumulado es desorbitada, y el desaliento se deja caer sobre los miembros. Parece que las penalidades del club se contagian al plano personal de quienes pelean día a día por sacarlo adelante…
Y no tardan en venir los lobos que olfatean una buena presa, la del lucro.
A estas alturas, en pleno siglo XXI, los ideales parecen estar perdiéndose. El fervor de antaño da paso a una progresiva apatía, la unidad que tiempos atrás mantenía el espíritu del club, se ha perdido en el egoísmo y las necesidades individuales. La vida está difícil y cada vez más encarecida, la gente va priorizando otras cosas en sus apretados presupuestos. Y el “Luna de Avellaneda” se va quedando relegado poco a poco.
Ahora se le da más importancia a otras cosas. Un centro social cada vez cuenta menos entre las principales necesidades de los vecinos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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