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Voto de Vivoleyendo:
7
Romance. Drama Benjamin Braddock (Dustin Hoffman) vuelve a casa después de terminar sus estudios universitarios. Es un joven que alberga un gran rencor contra la hipocresía y la corrupción de la sociedad que lo rodea. La señora Robinson (Anne Bancroft), una amiga de la familia, se encapricha de él y lo hace su amante. Pero cuando Benjamin conoce a Elaine (Katharine Ross), la hija de la señora Robinson, todo se complica... (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2009
78 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suele haber alguna etapa en la vida (aunque con frecuencia puede tratarse de un estado más o menos permanente) en la que parecemos ir a la deriva, sin propósito, sin saber qué hacer. Un punto muerto en la carretera, sin tener idea de hacia dónde tirar. Como circular por un desierto en el que se ve todo igual, en el que no se aprecia el final en el horizonte.
Uno de esos puntos muertos se presentan, por ejemplo, cuando terminamos los estudios. Ya hemos obtenido un título. ¿Y ahora qué?
Nos hemos pasado años disfrutando de la condición de estudiante, sin pensar gran cosa en el mañana, relegando el desagradable cometido de sentirse un desempleado más que da vueltas mendigando un empleo, o de acomplejarse porque la perspectiva de volar del hogar paterno y materno es aún insultantemente lejana. O de notar insidiosamente la presión del ambiente. De tu exitoso padre, empresario de altos vuelos (o que ejerce cualquier profesión de esas rimbombantes), de los amigos de la familia, todos ellos gente muy pudiente y muy sofisticada que vive en chalets y que organiza fiestas y barbacoas en sus suntuosos salones y piscinas...
¿Y qué tienes tú? Si ni siquiera tienes claro a qué te vas a dedicar.
Vas a cumplir veintiún años y crees que no eres nadie.
Pero eres joven, y cada recodo ofrece posibilidades atrayentes, tentaciones en las que caer por más que te hayan inculcado que hay que huir de ciertas tentaciones, y el hecho de que estés desorientado no quita que tengas unas ganas tremendas de pegarte la gran vida, de divertirte y de saborear la jugosa fruta que se te ofrece.
Tienes veintiún años, un porvenir aún desconocido, y mientras tanto se te colocan en bandeja unos placeres irresistibles que no te conducirán a nada más que al placer en sí y seguramente a complicaciones nada halagüeñas, pero... Qué demonios. El cuerpo está para aprovecharlo.
Así es como te ves con tu carrera universitaria recién concluida, en la flor de tu juventud, un poco perdido, y una mujer vertiginosamente atractiva en su mórbida madurez te regala noches de luna y estrellas sin fin. Sexo fácil y sin ataduras, tal vez porque ella siente que se le escapa la juventud y quiere tantearla por última vez, tal vez porque para ella representa la libertad y la felicidad inconsciente que no tuvo mucha ocasión de experimentar cuando era el momento. Tal vez porque en tu carne lozana quiere palpar lo que se le escapó demasiado pronto.
Ella es lo más excitante de esa marcha insegura y a la deriva en la que te mueves. Hasta que por fin te das cuenta de que hay algo (o, mejor dicho, alguien) que se perfila como una meta a alcanzar. Como lo único que se ve claro, allá en el fondo.
Elaine Robinson.
Pero existe un pequeño problema. Es la hija de tu amante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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