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Bélgica Bélgica · bruselas
Voto de pablo:
9
Drama Los niños de un orfanato pasan tanta hambre que, desesperados, deciden que uno de ellos hable del asunto al director. El elegido es Oliver Twist, que será expulsado del centro y ofrecido como aprendiz a quien lo quiera contratar. Después de limpiar chimeneas y trabajar como ayudante de un enterrador, Oliver se escapa y llega a Londres. En las afueras de la ciudad, cansado y hambriento, conoce a Artful Dodger, que le ofrece alojamiento. ... [+]
26 de septiembre de 2007
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
En palabras del propio Polanski, "El pianista" lo dejó tan exhausto física y emocionalmente que cualquier proyecto posterior tendría que ser una historia total-mente alejada de la conciencia judía y de los temas habituales de su abultada filmografía. Es decir, el director polaco quería evitar el thriller (Frenético), el terror psicológico (La semilla del diablo), el dramón de postín (Tess) o el análisis de las pasiones carnales más incofesables (Lunas de hiel), para centrarse en una historia universal (las miserias del ser humano), capaz de redimir la angustia holocáustica.

Y Polanski apuesta sobre seguro en esta revisitación del clásico de Dickens en su momento obra maestra de la mano del inmenso David Lean (Oliver Twist de 1948) y notable musical bajo la batuta del no menos imprescindible Carol Reed (Oliver! de 1968). Cabría preguntarse si la versión de Polanski aporta algo nuevo al per-sonaje dickesiano o si por el contrario se limita a servir unos cuantos millones de dólares (50 para ser exactos) en bandeja de plata y cabría incluso preguntarse el porqué de una nueva versión de esta obra en un autor siempre innovador y diferente, alejado del patrón hollywoodense puro y duro.

Pues bien, este nuevo Oliver Twist sirve para, por un lado, curar las heridas de un maltrecho Polanski, porque la humanidad de la película lo redime de las pro-fundas cicatrices de una infancia de miedo y hambre (al igual que el personaje de Oliver, el polaco anduvo kilómetros para huir de los nazis, aquí representados por los malvados burócratas del orfanato) y por otro lado sirve para que el direc-tor vuelva a darnos (así como quien no quiere la cosa), otra lección magistral de cine en estado puro. Porque Oliver Twist bebe del grandísimo Lean sin plagio, porque relata con mano firme y dolorosa el devenir de un personaje maldito que encuentra en la casualidad del realismo mágico la salvación y el consuelo y porque Polanski aplica su infinita sabiduría cinematográfica a mayor gloria de una obra inmortal y vieja, muy vieja que en sus manos se revitaliza como por arte de
magia.

Y como viene siendo habitual en su obra, el director nos invita a sumergirnos en unos paisajes grises, oscuros pero llenos de belleza (el viaje hacia Londres de Oliver es un canto a los paisajes de Turner pero sin el mar de fondo), en una Londres nunca tan fielmente retratada (ni un oscar sería suficiente) y un retrato de personajes sencillamente magistral.

Así, que Ben Kingsley viva una segunda edad de oro, nadie lo pone en duda, pero que a estas alturas nos regale un Figgins como el que él solito ha hecho no tiene precio, demostrando que su generación de actores (Wilkinson, Caine, Hurt, McKellen) es una de las más brillantes en el grisáceo mundo del celuloide actual. Imposible acabar estas notas sin hacer mención a la soberbia actuación del niño Barney Clark y a la intensa y apropiada música de la oscarizada compositora Rachel Portman.
pablo
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