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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Voto de kafka:
9
Drama Narra la historia de Lola Montes (1821-1861), cortesana y bailarina famosa en toda Europa. Nacida en Irlanda, Lola (Martine Carol) fue la amante de grandes hombres como el músico húngaro Franz Liszt o Luis I de Baviera. Ya en el ocaso de su carrera, trabajó en un circo de Nueva Orleáns, Luisiana, donde realizaba un número acrobático mientras un maestro de ceremonias (Peter Ustinov) narraba al público su escandalosa vida. (FILMAFFINITY)
24 de diciembre de 2008
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue una superproducción para la época y un fracaso en taquilla, lo cual acabó con la carrera de Ophüls, quién pensaba realizar "Los amantes de Montparnasse", luego dirigida por Jacques Becker.
"Lola Montes" no es la mejor película del cineasta austríaco pero sí una culminación barroca, extravagante e inolvidable de su obra. Narra la vida de Lola Montes, una mujer de gran belleza que fuera amante de multitud de importantes hombres (especialmente Luis II de Baviera) y que ahora trabaja en un circo representando su propia vida, en un espectáculo cruel, estoicamente masoquista y denigrante, con un clímax trágico final genial en el que paradójicamente resulta peor seguir con vida que morir. Con "Lola Montes" Ophüls hace una reflexión agridulce sobre el amor y el desamor, la infelicidad y el incesante y penoso paso del tiempo, pero lo mejor de la película es el maravilloso retrato que se hace de esta dama con el alma muerta, quien desvela su intimidad, su vida, esa misma alma, en el metafórico circo, perfecto ejemplo de lo que pudiera ser hoy Internet o la televisión, es decir, cuando uno desvela su alma, desvela su misterio y muere en vida.
Película de perfecta puesta en escena, con una impresionante composición de ese extraño, fascinante y barroco escenario circense (para mí gran parte del cine inventivo, persolanísimo y genial de Fellini está aquí) y un extasiante gusto por los encuadres, "Lola Montes" desprende sofisticada pureza, delicadeza abigarrada y trufada de genuina complejidad, un clasicismo vanguardista, una poesía colorista y plástica en medio de un tono magistralmente melancólico y sinfónico, de recargado lirismo, de amarga intensidad. Ya lo he dicho: no es la obra cumbre del austríaco, pero sí una película indispensable, una obra maestra.
kafka
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