Cinema Paradiso

La respuesta es que no. Ni el mundo ni la vida de una persona, pero sí puedes invitar al espectador a vivir tu película y a identificarte con ella. Por mucho que en una película muestres las miserias de unos pescadores, los burgueses que la hayan visto seguirán escupiendo sobre ellos, pero seguro que la entendieron muy bien. Gran lección nos enseña esta película con esa parte.

Comienza narrándonos la vida en tiempos duros y en un país empobrecido, aislado de la gloria de la recuperación económica de Estados Unidos. La prosperidad de los Estados Unidos se jactaba a través de su cine en pueblos lejanos y paupérrimos, cuyos espectadores, por lo menos la mayoría, estaban hundidos en la miseria, y soñar con el cine era soñar con la prosperidad de aquel gigante que producía aquellas películas.

El director nos muestra con fiel realismo y crítica aquella vida de la posguerra de su Italia natal, una educación violenta y una arcaica influencia de la Iglesia Católica sobre la aburrida vida de las personas. Otra lección de cine, cualquier tiempo pasado no fue mejor.

¡Qué pena que la parte romántica no esté fundamentada en base a la realidad, sino en base al dramatismo! Si hubiese estado cimentada en base a la realidad, probablemente a la película la habría calificado con un 10, pero como no...

Según termina la película se alcanza un clímax emocional terrible, lleno de escalofríos, superando con creces lo que la película de El ciudadano Kane nos podía ofrecer. Recuerda al espectador lo corta que parece la juventud cuando ya te has hecho viejo. ¡Qué momento tan marchito y fugaz, la juventud! Y así imagino yo la cara bañada en lágrimas de los que fueron a ver la película al cine, tanto de los que se levantaron de su asiento al ver los créditos finales, como de los que siguieron sentados disfrutando de la banda sonora de Ennio Morricone.

Una historia fantástica, muy bien dirigida. Contiene unas tomas increíbles muy adelantada a comparación del cine de hoy en día. Siento gratitud cada vez que la veo te hace recordar momentos memorables y vividos en tu vida. "Mágica, Fantástica, Impredecible, Reflexiva".

Razón tenía el dueño del antiguo Cinema Paradiso -- interpretado por Enzo Cannavale --, que dice a Toto, al final de la película, que el cine ha muerto y que hoy día es tan sólo un sueño.

La veo por segunda vez, 35 años después, en el marco del programa televisivo "Lágrimas en la lluvia - La Tradición", de Juan Manuel de Prada, disponible en YouTube y cuya introducción recomiendo vivamente.

No sólo el cine ha muerto -- y ésta es una de las razones por las que es tan maravilloso poder volver a películas como ésta --, sino que han muerto los pueblos y la belleza del modo de vida tan auténtico que tenían los hombres antes de que se volcara sobre nosotros todo el peso de la agenda del Nuevo Orden Mundial inhumano y artificial.

Cinema Paradiso de hecho hace llorar una y otra vez. En mi caso, por la nostalgia de un mundo que veo derrumbarse delante de mis ojos: una Europa invadida por elementos extraños, un Cristianismo perseguido, un ser humano hecho zombi por los poderes fácticos, que le quieren listo para aceptar el transhumanismo sin rechistar.

Cinema Paradiso es sublime. Permítenos gozar de esa belleza de un pasado definitivamente sepultado bajo los escombros de la destrucción programada de todo lo que es humano. Aquellos que están despiertos y sufren tienen en esa película la oportunidad de ser felices por un momento. Porque recordar es vivir. Ellos pueden quitarnos todo, pero no pueden quitarnos el "Paradiso", si perseveramos. Que Dios nos ayude.

Tenía esta película olvidada en mi lista de pendientes desde hacía tiempo. Ayer me decidí a verla finalmente: la verdad es que comencé escéptico e incluso un poco somnoliento porque estaba cansado (pensé que al dejaría a mitad por el sueño). Sin embargo, cuando quise darme cuenta ya la había acabado. Interpretaciones excelentes por TODO el elenco (especialmente Alfredo y los dos primeros Salvatore), una banda sonora entrañable del maestro Ennio Morricone y finalmente una historia que nos habla de la importancia del cine y su evolución, la amistad, el amor... pero sobre todo, a la vida y la nostalgia del pasado y el hogar. Simplemente el mejor final que he visto en una película.

Conclusión: "Hagas lo que hagas, ámalo" al igual que se hizo con esta película que guardará siempre un lugar en mi corazón. Creo que nunca he llorado tanto como con el final de esta película.

Tornatore busca desde el inicio de la cinta todo cliché relacionado con la comedia facilona con drama muy dramático, un niño revoltoso y su relación con todo aquel que vive en el pequeño pueblo, pero sobretodo con el encargado de reproducir las películas en el pequeño cine, con quien comparte pasión por el séptimo arte.
Hasta ahí, todo es pasable, mucha nostalgia y mucho drama que dan una media hora entretenida.
A partir de ahí, tengo que seguir en spoilers