Único testigo

Una película mágica, fundamentada en tres pilares: la dirección magistral de Peter Weir, el talento natural de Harrison Ford y la enorme banda sonora de Maurice Jarre.

Lo que aquí se nos regala, es un thriller policiaco que no pasa desapercibido por su sensibilidad, su fotografía o su banda sonora. Quedará para los restos, grabada en nuestra memoria colectiva, la escena del granero, toda una moraleja. El montaje es soberbio, mantiene al espectador en continua tensión sin levantarse de su asiento. El tema de los Amish es toda una reivindicación a la historia de este pueblo, así como un recurso de gran originalidad en el film. En resumen, cine del de antes, con auténticos papelones tanto de protagonistas como secundarios, con todos los ingredientes para el disfrute y el entretenimiento que es a lo que se solía ir antes al cine.

Se dice por ahí, por un lugar llamado Hollywood, que el guión de Único Testigo es un gran modelo a seguir en lo que a estructura se refiere. La historia está perfectamente dividida en tres actos, y además la subtrama se encaja perfectamente a lo largo de la trama principal. El caso es que dicha trama principal es muy convencional y se había visto en cientos de películas incluso ya en los 90. Pero, a pesar de todo, se dice por ahí que, en muchas obras, las tramas secundarias son lo más importante. En este caso, se supone que la subtrama de Rachel y John es lo que hace de la película algo único y especial. De hecho, William Kelley, uno de los escritores de la película en cuestión, confesó que lo que más le interesaba era desarrollar la relación entre estos dos personajes, explorando el contraste entre sus diferentes estilos de vida profundizando en su historia de amor.

Pues, a mí, la verdad, esa parte también me pareció un coñazo.

Peter Weir nos trae esta cinta de intriga dividida claramente en dos partes. Como gran director que es hace un buen traslado de sentimientos hacia el espectador, en la primera parte de la película podemos ver a una madre Amish con su hijo, testigo de un asesinato, en la ciudad, aquí es donde observamos la tensión y el caos de la urbe para sumergirnos en un caso llevado por el policía Harrison Ford (excelente interpretación). Posteriormente nos adentra en el mundo de los Amish transmitiendo un remanso de paz, armonía y tranquilidad dando con ello un giro inesperado al guión. Lejos de ser una buena película de intriga, 'Único testigo' es una cinta que nos adentra de manera muy bonita en un mundo casi desconocido para la mayoría, sin criticar o alabar ese modo de vida, simplemente mostrando la realidad.

Una bella película, recomendable, que nos deja el dulce sabor de una de las muertes más originales del cine y al que sólo cabría ponerle el único pero de la banda sonora, tormentosa para mi gusto.

John Book (Harrison Ford), es un tipo duro que trabaja como detective de policía en Pennsylvania y se topa con un caso particular: Un niño de la secta religiosa Amish es el testigo ocular del crimen de un policía y debe protegerlo y tenerlo cerca aunque este y su madre (Kyle McGillis) quieren irse a su comunidad no pueden hacerlo y se quedan en la casa de la hermana del detective que está como divorciada y con dos críos. El niño reconoce la cara del asesino en la de un famoso teniente del cuerpo y la cosa salta por los aires. John va a un superior y le cuenta el rollo en confianza y este pues no sabía que es amigo del teniente. Cuando se encuentra más calmado se ve en una rellerta de tiros en un parking con el sujeto en cuestión el cual es de la ralea que demuestra y se tiene que ir con la madre y el hijo a esconder en la comunidad de trabajadores de la tierra que no predican con la violencia. Allí debe recuperarse de las heridas que gasta del tiroteo y va integrándose en la población como puede. Un film que no es gran cosa, pero que se nota que se hizo con conocimiento de causa (mi mayor recuerdo es que lo grabé en un VHS una de estas veces que lo echaban por Antena 3 cuando aún pensaba que sería director de cine y lo hice para quitarme de la cabeza el “machaqueo” del puteo en el colegio) Con el tiempo le acabé cogiendo cariño, aunque no sea gran cosa y tenga el fuelle gastado. Al final te da igual que Harrison Ford se enamore de Raquel (McGillis) y que los policías vayan a la población con escopetas para matarlo tras quitar de en medio a su único amigo en el cuerpo. Te da lo mismo el final y que pasa entre Ford y su estancia en la comunidad. La historia se vuelve aburrida y su mejor tramo es el inicial. Lo de que se vaya metiendo en una secta como los Amish está para un par de minutos, pero para una película de una hora y cincuenta como que no. Tiene puntos buenos como el entierro en el silo de trigo de uno de los polis o como John le rompe la nariz a un capullón que se cree que los Amish son muñecos a los que vejar. Me gustó esa parte. Siempre queda bien repartir estopa a quien se lo merece.

Buen thriller con el suspense y la historia de amor necesarios. Tiene el ritmo adecuado y el guión es lo suficientemente original para no compararla a otras de su género. Bien Harrison Ford y estelar aparición de la entonces prometedora Kelly McGillis.