El hipnotista

El director Lasse Hallström (Las Normas de la Casa de la Sidra, Chocolat) volvió a rodar a su país natal después de más de veinte años haciendo películas en Estados Unidos para adaptar a la pantalla grande uno de los libros más famosos de Lars Kepler: El Hipnotista. Una historia policíaca sobre un misterioso asesinato familiar en la fría Estocolmo, de la que apenas se encuentran pistas y por lo tanto se hace necesaria la intervención de una persona con dotes poco comunes para poder comunicarse con el único testigo aparente del crimen. Este hipnotista está interpretado por el siempre sobrio Mikael Persbrandt (En un Mundo Mejor, El Hobbit: La Desolación de Smaug, The Salvation) que sin quererlo se ve obligado a ayudar a descifrar el caso, siempre bajo la petición del inspector al cargo y bajo la presión de su esposa, una, quizás, muy excesiva Lena Olin (La Novena Puerta, Darkness). Un buen reparto de actores nórdicos que ayuda a aumentar la atmósfera fría, gris y austera de una cinta bien comandada por Lasse Hallström, pero que no arriesga con la formula y cuya duración se excede más de lo que puede contar, no ayuda algunos saltos en el guión, que nos deja algunas veces vendidos, pero que sabe recuperarse para enderezar la historia y llevarla a buen puerto donde atracar... Aunque sea gélido, pero lleno de bellas imágenes bajo la batuta de una mano experimentada en esto del mundillo del cine.

El peor punto de partida del que puede adolecer un thriller es el asesinato de una persona que no conoces y que, por tanto, te importa un comino. Pues este es el primer defecto del que nos ocupa. Pero es que tampoco hay un repertorio de otras personas de las que puedas sospechar. Por si estas dos taras fueran poca cosa, salvando el breve comentario del forense en la morgue, faltan los detalles que hacen atractivo el género del thriller: autopsias, diagnósticos, hipótesis, elucubraciones, ingenio, chispa, intriga...

Desde el comienzo está todo muerto, frío como un témpano, y conforme avanza la trama, se va hundiendo más en el somnífero páramo de hielo, hasta que este se resquebraja y tú acabas ahogándote, durmiéndote en él. Nada importa: ni el profesor, ni la familia, ni el adolescente, ni el hijo, ni el insomne, ni la esposa, ni la la loca, ni la previsible moralina digna de Hollywood: "Bueno, je je je, ¿qué son unas rencillas conyugales al lado de un secuestro? Al fin y al cabo, es Navidad, tiempo en el que hasta los solterones deben unirse en hogareña sociedad".

Espero que los otros thrillers nórdicos que están saliendo hagan mejor honor a su fama.

Como todo arte, y aunque "El hipnotista" caiga en distintos descuidos más propios de un telefilme barato que de una película para la pantalla grande, defiendo su valía como producto emocional, así como una personalidad lo suficientemente marcada como para situarse unos escalones por encima de lo que pueden parecer sus semejantes.

El nombre de Lasse Hallstrom es un valor seguro y quizás por eso la vi relajado, sabedor de que podría incurrir en errores pero el barco no naufragaría. Y los tiene, como he dicho. Para empezar, debes creerte a pies juntillas eso de la hipnosis, que en la vida real me cuesta pero aquí lo he aceptado con una facilidad pasmosa. Luego, son varios los Deus ex machina que salpican el argumento*(1), para terminar de un modo ciertamente facilón.

Con todo y con eso, "El hipnotista" me atrapó, me convenció y me conmovió. Las escenas más brutales son indiscutiblemente turbadoras y la atmósfera que envuelve a la cinta está muy conseguida, y mira que a mí, ya lo he dicho muchas veces, las películas con nieve no me van. Lo que hace muy bien el director es no pasarse de listo ni de profundo, dejando a la película en un producto fresco, modesto, nada pretencioso como otras del estilo ("Déjame entrar", "Wind River", "Cautivos").

En el apartado interpretativo, destaca la fabulosa Lena Olin, mujer de Lasse y una actriz que siempre destaca, haga el papel que haga, y cuya presencia es abrumadora. Le acompaña Tobias Zilliacus y un prometedor Jonatan Bokman, no tanto el propio hipnotista, Mikael Persbrandt, que anda algo perdido. También destaca la fotografía de una Suecia gélida, casi perturbada de tanto frío, y un ritmo sin prisa pero sin pausa que hace, de su visionado, algo placentero.

Pues eso, la peli se hace algo aburrida y lenta quitando algunos golpes de efecto bien dados en la acción de la película. El principio es brutal y te hace esperar algo más de una película que viene subtitulada como «Digna sucesor de la saga Millenium». Pues qué quieres que les diga, si las de Millenium son igual que esta --que me han dicho que no-- pues prefiero no verlas.

Se salvan de la película la fotografía nórdica, la atmósfera oscura que domina toda la película y el actor que interpreta al hipnotista. Por lo demás, una película que debió pasar sin pena ni gloria. Y hablo como desconocedor del libro aunque creo que me lo leeré pues como según se dice el libro siempre es mejor.

Lo mejor: sus atmósferas, algunas situaciones.
Lo peor: su duración y alaaaaaargaaaaaamiiiieeeeeentoooooooo.

El mejor escribano hecha un borrón. Pues eso. Hallstrom hace un parentesis en su cine USA y vuelve a su Suecia natal para adaptar una novela negra de Lars Kepler, seudonimo del matrimonio sueco Ahndoril y cuya saga de novelas policiacas que comenzarón con "El hipnotista" se venden dentro y fuera de Suecia como churros.

Obviamente vender mucho no implica calidad o al menos el guión Paolo Vacirca no la tiene. Apropiado para esas sobremesas de telefilms y sofa, sin visos de coherencia argumental y con un final multisobado y desganado, la cosa dura dos horas, en las que la presencia de Mikael Persbrandt sostiene a duras penas tanto desproposito.

Hallastrom parece que solo le interesa fotografiar su tierra y un Estocolmo gris, frio e inhospito creando una atmosfera notable en donde suceden crimenes inconfesables que podrían atraparnos entre nevada y nevada. No es el caso. Todo es banal y manifiestamente desechable.

Hallstrom ya ha vuelto a los USA. Zapatero a tus zapatos.