Cinema Paradiso

He visto… Cinema Paradiso. ¡Malditas expectativas!

La tenía pendiente desde hace mucho tiempo, pero como la prejuzgaba muy emotiva y quizás un tanto ñoña, esperaba encontrar un momento en el que me apeteciera algo melancólico y bonito. Y hasta hoy.

Lo malo es que ya había visto algún trozo, con lo que he perdido esa frescura de la primera vez. Y, aunque esperaba que fuese emotiva, no me ha parecido que lo fuera tanto como esperaba… e incluso me ha parecido que la música estaba demasiado cargada de emoción en relación a lo que he visto.

Y también me ha pillado en momento quisquilloso, con lo que algún fallo de racord me ha sacado bastante de la película. Fallo de racord y suspensión de la incredulidad, porque hay ciertas cosas que no me resultan creibles. No por la historia, sino por pura física.

Por otra parte, no soy muy de “cine local”. Esto es, no me gusta el cine español que saca españoladas, ni el cine italiano que saca italianadas, y así con cualquier región. Así que, varias de las cosas en las que hace hincapié la película, en plan “cosas del pueblo” a mi no sólo no me hacen gracia, ni me enternecen, sino que me generan rechazo.

Para rematar, la historia de amor juvenil me ha resultado de lo más soso que he podido ver en mi vida. No me ha conseguido hacer empatizar ni un poquito.

Y, una vez soltado el rapapolvos, vamos con lo bueno. Y es que tiene cosas buenas. Por un lado, la historia de fondo es muy bonita, aunque los detalles me la hayan afeado. Por otro, está hecha con cariño, y eso se percibe. Y tiene una banda sonora de Morricone, que aunque me haya resultado algo excesiva, me ha parecido buena. Tan buena que me ha resultado más emotiva que la película.

Con todo, le voy a dar un… seis, más dos, menos uno, más menos mmm… se queda con un 7. Y me da pena, porque creo que si la llego a ver en su día en el cine, mi impresión actual no sería la misma. Así que, creo que he perdido algo por el camino.

Estas películas tan alabadas por los siglos de los siglos muy extraordinarias deben ser para conseguir superar las expectativas con las que se ven. Es triste y profundamente injusto, pero vivimos en este mundo, con gente que ya ha dictaminado sentencia acerca de todo y, por tanto, nada parte de cero. Si hubiese visto "Cinema Paradiso" después de sobrevivir treinta años en una isla desierta, cual náufrago, la valoraría de otra forma, pero la vi sabiendo que era una obra maestra. Para mi desgracia.

De "Cinema Paradiso" me quedo con sus imágenes, con su música y con su amor, el de Totó por el cine y por Alfredo, pero desprecio lo que siente por la chica de turno, trama que meten con calzador porque tenían que rellenar las dos horas de metraje. Ese primer amor de verano está más visto que el tebeo y poco aporta a una película que goza de amor a borbotones, unos amores, dicho sea de paso, más puros y originales.

La película es mejor por lo que transmite que por lo que realmente es, pues cursi y remilgada es un rato, a excepción de un final que me emocionó hasta el tuétano. Esos últimos minutos de "Cinema Paradiso" son una de las manifestaciones del amor más abrumadoras que he visto, pero el conjunto me parece una ñoñez. Llamadme insensible.

En pocas cosas ha llegado a ponerse de acuerdo el género humano a lo largo de su devenir histórico desde los lejanos días de la australopiteca Lucy. Una es el encanto de “Cinema Paradiso”, posiblemente la mirada más entrañable dedicada nunca al séptimo arte. Yo mismo venía alineándome con dicho consenso inamovible desde hace veinte años, hasta que anoche, llevado de un rapto nostálgico —serán las fechas, quizá también la edad—, la volví a ver y caí en la dolorosa cuenta de que se trata de una película bastante irregular.
Las intenciones de Giuseppe Tornatore son irreprochables y no abundarán los espectadores que no echen alguna lagrimilla furtiva durante sus más de dos horas y media de metraje. Pero precisamente ahí radica uno de los dos grandes males que aquejan a “Cinema Paradiso”, en su voluntad —conspicua, rayana en lo impúdico— de lograr la complicidad de la audiencia por la vía de una emotividad de anuncio de lotería. El otro, tal como apunté arriba, estriba en la enorme, insalvable desproporción de calidad entre su primer tercio y el resto. El veterano Philippe Noiret y el maravilloso niño Salvatore Cascio llenan la pantalla de vida en un tramo donde las reminiscencias de “El chico” (“The Kid”, 1921) de Chaplin, y, sobre todo, de Fellini y su “Amarcord” (ídem, 1973) resultan notorias y muy oportunas. Lástima que, a partir de la escena del incendio y hasta el hermosísimo desenlace —ahí no hay Carlos Boyero que se resista al llanto—, siga un insípido romance adolescente que, encima, reproduce los peores vicios de Rohmer y ninguna de sus virtudes.
En fin, pese a la (relativa) decepción, “Cinema Paradiso” se antoja una cinta todavía más necesaria en este tristísimo presente nuestro de extinción en masa de las salas de cine y consumo solipsista de “contenidos” —qué asco de palabra, qué ilustrativa del signo de los tiempos—. Y cuenta con la preciosa banda sonora a cargo del maestro Morricone, cuyas notas sí ostentan el don de la eterna juventud.

Ciinema Paradiso ha sido la película de mi vida, aunque si soy honesto, cuando salí del cine de ver Interestelar pensé “Cinema Paradiso, lo siento pero has pasado a segunda posición”. Eso no quita que es una película que va directa en cada uno de sus planos a tu corazón. Maravillosa, encantadora, es imposible no llorar con ella.

Para acabarlo de redondear, la música de Ennio Morricone en esta película es para mi la música más sublime que se ha hecho jamás. La banda sonora de mi vida.

Para quien esté dudando en verla, que no pierda un minuto.

Antes de ver CINEMA PARADISO, ya sabía del gran cariño que le tiene la gente, de la gran valoración que tiene, pero no sabía de qué iba, únicamente sabía que tenía que ir sobre algo en un cine, pero nada más.

Ver esta película es como volver a nuestra más tierna infancia, más allá del cariño que le tiene al cine el protagonista Totó, es una magnífica película sobre la amistad, pero lo extraño y bonito a la vez es que esa amistad es entre un niño y un hombre adulto.

En un contexto de la Sicilia de después de la segunda guerra mundial, en el pueblo de la historia vemos como sigue existiendo un clima de tensión, violencia de padres a sus hijos, e incluso en la escuela, pero al final todos se unen en un cine de ya otra época, y en la que realmente ahí todos olvidaban sus problemas y siempre están llenos de felicidad, por cierto a pesar de la censura de la época, que incluso Tornatore lo convierte en divertido.

Debo decir que el director Giuseppe Tornatore hace un gran trabajo, diría yo, con sobre todo los planos generales y los planos medios y primeros planos. Yo noto que busca a portar a la vez mucha información con los detalles del pueblo y del cine, pero también busca de manera inteligente la mayor sensibilidad posible acercándose a los protagonistas y sus historias.

Se podría decir que los referentes que me venían al ver la película, sería en el ámbito de volver a la infancia y tener los recuerdos de lo bueno y de lo trágico me lleva a la obra maestra de ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA, donde todo tiene aún más sentido cuando llegamos al final, que ya veréis, no diré spoilers aquí.

Y otra referencia, aunque quizás me equivoque, pero diría que Karate Kid, porque me recuerda a una película donde el hombre mayor aporta sus sabidurías en un ámbito en concreto, pero que al final no solo se hacen amigos, sino que da importantes lecciones de vida y hay una historia increíble entre los dos, pero aquí mucho más sentimental para bien.

Lo bonito de esta película es recorrer junto a los personajes esa relación de amistad, al mismo tiempo que tienen una pasión por el cine, a trabajar en un cine, y a vivir nuestros sueños e incluso aprender a querer.

Debo decir que es una película preciosa, muy bonita. Creo que es una de las películas que más me han hecho llorar en mi vida, y no soy de llorar tanto cuidado.

Es una película que te llega al corazón, que te lleva a nuestra más profunda infancia, y la mayor sensación de amor hacia las personas que más queremos que he visto en una película, a pesar de que en cuanto a guion y de historia es sencilla, sabe utilizar lo más emocional para llegar al espectador a los más profundo de sus recuerdos más felices y tristes a la vez.

Y si hay una peli que te emociona tanto, claramente es una gran película, no puedo decir otra cosa que no sea recomendarla enérgicamente a todo el mundo. Si queréis llorar un poco, sin duda, os vais a emocionar seguro.

Más cine bonito como esta película, y menos guerras, que en momentos como los que vivimos ahora una peli que aporta tanto no viene nada mal.

Gran película

Disfrutadla, pero con un klinex cerca, porque lo necesitaréis.