Los falsificadores

Los falsificadores es una de esas películas que cuando termina no puedes menos de hacerte la pregunta. ¿En realidad, en condiciones extremas de supervivencia todo vale o todo es lícito con tal de dicha supervivencia de uno mismo?

La trama nos sitúa a la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, donde un grupo de judíos son recluidos en un campo de concentración, y obligados por los nazis a falsificar moneda con la intención de boicotear al banco de Inglaterra y desestabilizar de esa forma su economía. A cambio, como incentivo de un buen trabajo, esos judíos falsificadores sobrevivirán en mejores condiciones de vida que el resto de reclusos del campo. De ahí la eterna pregunta que lanzaba en un principio. ¿Es inmoral hacer el juego a los nazis que están exterminando a tu propio pueblo por hacer tu supervivencia más fácil?

La historia se basa en las memorias reales escritas por Adolfo Burger. Un judío eslovaco encarcelado en 1942 por falsificar certificados bautismales para salvar a otros judíos de la deportación. Más tarde en el campo de concentración de Sachsenhausen pasaría a trabajar obligado por las circunstancias personales en la Operación Bernhard.

La película es dura, y más si cabe siendo conscientes que estos hechos sucedieron realmente. Mantiene un telón de fondo poco colorista además de ser muy explícita, esto le da como resultado el toque melodramático con que el director quiere pintar el film. Además, hay otros trucos con los que se ayuda el director a tales fines, como por ejemplo, la música de fondo escuchándose casi constantemente a través de viejas gramolas, sobre todo suena opera y tangos de la década de los años 30.

En cuanto al protagonista, Karl Markovis, sabe enseñarnos con su interpretación los defectos, debilidades y virtudes de su personaje, así mismo nos deja ver de manera brillante la evolución personal que sufre a consecuencia de los cambios de filosofía que va experimentando .

La película ganó en el año 2008 un Oscar a la mejor película de habla no inglesa, y aunque esto no significa nada. Pues en mi opinión los Oscar no es el mejor control de calidad de la industria del cine, creo que en este caso le sobran meritos al film para tal galardón.

Una película que entretiene, pero que al mismo tiempo enseña y te recuerda, que hay cosas en la vida y en nuestra historia, que nunca jamás deberían haber sucedido.

Me ha sorprendido gratamente, aunque el tema de los campos de concentración y el infierno que generaron los nazis puede parecer estar muy contado, creo que deben seguir contándose los hechos que se dieron.
La gente olvida muy pronto, y conviene no caer en los mismos errores del pasado.
Buena película basada en hechos reales, con interpretaciones adecuadas, donde destaca positivamente su actor protagonista, que dota a su personaje de entidad y entereza, ante los dilemas morales que se le plantean, por momentos ambiguo, bailando las aguas a sus mandatarios, pero con un propósito que no solo busca el bien personal.
Historia digna de contarse, estando bajo el terror del nazismo, algunos hombres encontraron la manera de plantar cara al terror y al abuso que estaban padeciendo, con lo mejor que sabían hacer, falsificar.

Como dice Federico Marín Bellón del diario ABC, se podría haber insistido aún más en el interior de los personajes y en ciertas escenas importantes para hacerla todavía más desgarradora e impactante.
Pese a ello, se cumple con cierta holgura el mínimo necesario para seguirla con atención e interés.
Además, la película se diferencia del resto de su mismo género (véase "el hundimiento", "el pianista", "salvar al soldado Ryan"...) al tratar un tema diferente al que nos tienen acostumbrados.
Al igual que hizo Marc Rothemund con su "Sophie Scholl: los últimos días" describiéndonos la suerte que iban a tener un grupo de jóvenes estudiantes que recurrieron a la resistencia pasiva como única vía efectiva para combatir a los nazis; aquí se nos muestra el dilema moral entre finanziar al enemigo falsificando billetes para así sobrevivir, o permanecer impasivo y morir por tus principios.

Una historia bien contada sobre una de las caras menos tratadas de los campos de concentración nazis, la de aquellos que a cambio de unas condiciones de vida mejores y por puro insitinto de supervivencia tuvieron que tragarse su orgullo y prescindir de sus ideales y ayudar al regimen de Hitler en tareas que se podían considerar cruciales en el desarrollo de la guerra.

La película narra estos hechos a partir de la figura de Sorowitsch, el mejor falsificador en la Alemania de su epoca, que tras ser apresado termina colaborando en la mayor operación de falsificación de moneda de la historia.

El film nos narra la historia con muy buen ritmo, es entretenida, no tan dura como otras películas ambientadas en esta situación, aunque obviamente tiene varias escenas tópicas bastante crudas, y resulta francamente interesante, pero en mi opinión tiene un defecto que la aleja de ser una gran película, no consigue transmitir el estado de tensión contradictorio al que estaban sometidos estos presos, es en la inmersión en la psique de estos personajes donde creo que la película flaquea, ya que termina siendo un bonito relato de hechos bien contados, pero en ningún momento nos acerca lo suficiente a lo que pasaba por la cabeza de esos individuos obligados a colaborar con sus verdugos, de modo que terminan siendo simples elementos conductores de una historia, de un relato demasiado frio, casi casi parte del atrezzo, y es una lástima, porque la película hubiese podido dar mucho más juego del que da.

A pesar de todo, la historia por si misma resulta suficiente interesante, su metraje comedido, y su visionado entretenido, sin duda alguna una buena excusa para acercarse a una sala de cine aunque no sea una obra maestra, por lo menos está bastante por encima de la media.

Otra vuelta de tuerca a los campos de concentración nazis. Esta vez desde el punto de vista de un falsificador sin escrúpulos. Un vividor cuya máxima es vive el momento, y saca provecho de la adversidad. Ya conocemos el trasfondo de horror, visto muchas veces, pero lo que la hace especial es la forma tan fria de contarlo, tan fria como frio y calculador es el protagonista.

Lo mejor: El tono gris de la cinta.
Lo peor : Algunas relaciones entre personajes están mal explicadas.