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Cazafantasmas 2

Comedia. Fantástico Han pasado cinco años desde que los Cazafantasmas entraron por última vez en acción. El doctor Peter Venkman, notable parapsicólogo de persuasivos encantos, ha quedado relegado a maestro de ceremonias de un programa de televisión donde se discuten fenómenos psíquicos. Ray Stantz y su colega Winston Zeddemore se ganan la vida entreteniendo a niños en fiestas infantiles, y el mago tecnológico Egon Spengler continúa sus investigaciones ... [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
8 de abril de 2014
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A diferencia de la primera parte de esta exitosa serie de películas, la segunda tuvo un sabor mucho más simplón. Algo de la sorpresa dada en la entrega inicial aquí resultó reducido a una serie de desafortunados embrollos con un diabólico ser que quería apoderarse de un bebe... ¿Quién era realmente ese bebé? Alguna vez leí que Óscar, ese pequeñito lleno de ternura, era interpretado por una pareja de gemelos que ahora son karatekas. Cosas de la vida.
En todo caso, la película tendió a caer en la fórmula habitual de las secuelas: una segunda parte más bien envolatada... ¡y ni qué decir cuando a la estatua de la Libertad le dio por cobrar vida y salir por las calles de Nueva York! Exceso de confianza, señor Reitman.
Valetamayo
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16 de julio de 2016
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Más de lo mismo.
Sería estúpido pensar que esta secuela aspira a ser otra cosa que un disfrutable festival ectoplásmico genialmente conducido por la vis cómica del doctor Venkman, Stantz, Spengler y Winston.
Pero a la vez, la pregunta que hacerse es: ¿hacía falta algo más?

'Cazafantasmas 2' comienza un año después que su primera parte, y quizá su acierto viene ya desde el principio: la catástrofe del muñeco michelín gigantesco no significó nada para la acelerada y apática población neoyorquina, obligando a los Cazafantasmas a subsistir en trabajos de poca monta por falta de actividad paranormal.
Lo que podría ser un truco de guionista para regresar a una situación en la que no tenga que estrujarse mucho la cabeza yo lo veo como una revalidación de lo que siempre será esta gente: cuatro mataos con más suerte que profesionalidad, ajenos al éxito y siempre más cerca del semi-fracaso. Esto era algo que la primera no perdía de vista, y es de agradecer que esta secuela tampoco lo sacrifique.
Los Cazafantasmas nunca tendrán el éxito y el aplauso de las masas, porque son una panda de raros cuya especialidad reside en no asustarse ante moco verde.

Por eso, cuando una nueva amenaza fantasmagórica se despierta, todos ellos se reunen de nuevo para tratarla, porque no podrían hacer otra cosa.
Llama la atención que, pese a tener unas mochilas de protones de lo más chulas, les veamos utilizarlas lo justo y necesario, porque lo verdaderamente interesante no es la acción, sino las interacciones de los cuatro amigos. Bill Murray se divierte colando gloriosos pullazos a todo el mundo, mientras Dan Aykroyd siempre se lleva la peor parte del trabajo, Harold Ramis pone cara de interesante ante cualquier cosa y Ernie Hudson aporta el necesario punto de vista del descreído para mayor efecto cómico.
Este grupo de investigadores de lo paranormal no necesita entretenernos en la acción y los efectos especiales, porque tienen tanta química entre ambos que les seguiríamos hasta el final, incluso si no apareciera un solo fantasma.

Aun así, claro que aparecen, y esta vez comandados por Viago, un tirano moldavo cuyo objetivo es renacer en el hijo de Dana para tomar Nueva York como su nueva dictadura.
¿Cómo cuaja algo tan dantesco en una comedia? Pues bajando a la realidad al fantasmón: es gloria pura ver a los Cazafantasmas interactuando con él sin dejarse aterrorizar por su antigüedad o poder, porque saben que alguien que quiera esclavizar a los habitantes de la ciudad no ha tenido mucho acierto en el lugar escogido para renacer. En esta tranquilidad, puede que poco respeto, respecto a los terroríficos entes de ultratumba también está la esencia de los Cazafantasmas, y una vez más la disfrutamos en todo su esplendor porque ellos nos la contagian y nosotros la celebramos.

Sí, Bill Murray parece algo pasota. Sí, el clímax hasta recicla otra cosa grande que cobra vida.
Pero que alguien se atreva a negar que no disfruta enormemente con este cuarteto de científicos que dieron la vuelta al terror que deberían inspirar los fantasmas, y lo convirtieron en pura y dura diversión.
Charles
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3 de agosto de 2017
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Una pregunta que me lleva a pensar la respuesta. Hablamos de los mismos, "los mejores, los magníficos, los únicos", como bien dice el sr. Venkman.
Es decir, que los chicos regresan para salvarnos...pero ciertas cosas han cambiado estos años.

Sí, cinco años después de que salvaran la ciudad de New York de un dios sumerio con muy mala baba y de un muñeco de 50 metros, parece que nadie se acuerda o no quiere acordarse de ellos. Egon sigue con sus estudios científicos, Peter presenta un programa de televisión, Ray tiene una tienda de ocultismo y Winston se dedica a acompañar al anterior en fiestas de cumpleaños. La gente cuando piensa en ellos los recuerda como unos puñeteros farsantes en lugar de unos héroes...aunque todavía tienen una oportunidad de ganarse el respeto de todos cuando un poderoso y despiadado mago del siglo XVI llamado Vigo, "el Cárpato" despierta de su letargo amenazando con someter a todo el Universo a una nueva era de oscuridad.
En 1.989, tanto en la realidad como en la película, parece que esa era la situación realmente. "Los Cazafantasmas" fue para la gran mayoría el acontecimiento cinematográfico del '84, la mejor comedia del año (para mí fue una de las películas clave de mi infancia). Se había llevado casi 300 millones de dólares en todo el Mundo y todos se sabían la canción de Ray Parker Jr., pero en esos cinco años surgieron tantísimas películas de ficción/fantasía que el film de Ivan Reitman quedaba muy lejano.

Hablamos de una década muy muy prolífica en cuanto a cintas de esos géneros se refiere (independientemente de si eran o no comedias): "Terminator", "Regreso al Futuro", "Mad Max III", "Cortocircuito", "Los Inmortales", "La Mosca", "Depredador", "Robocop", "Akira", "Están Vivos"...en fin, son sólo unas pocas, pero hay muchas más. Así que fue una auténtica sorpresa que tanto tiempo después regresaran los cazadores de malvados espíritus, y lo hicieron porque, dado el éxito de la serie de televisión, los productores de Columbia presionaron a Ivan Reitman y a los creadores del guión original, Dan Aykroyd y Harold Ramis, para realizar una secuela lo antes posible.
El trío no es que se sintiera muy a gusto con esto y claro, cuando un proyecto de estas características se hace como mero encargo los resultados no pueden ser buenos, o al menos no tan buenos como anteriormente. Así que Reitman, que había terminado "Los Gemelos golpean dos Veces", se puso con ello, contando con Murray (aunque él tampoco es que estuviera muy conforme), que venía con el éxito de "Los Fantasmas Atacan al Jefe". Aunque los efectos especiales mejoren y la acción y el entretenimiento sigan predominando, falta esa chispa que tenía la anterior, ese ingenio, esa frescura que no está aquí en ningún sitio.

El tono de comedia absurda se pone por encima del terror ocasional que sí se hallaba en la primera (siempre he dicho que no es una película para niños), salvo en ciertas escenas (como esa donde aparecen las cabezas clavadas cuando Egon, Ray y Winston están inspeccionando el túnel). Pero quizá lo más interesante de la trama sea la pesimista visión sobre la sociedad americana (negativismo materializado en una sustancia viscosa), pero albergándose la esperanza de recuperar la fe y el amor, convirtiéndose así nuestros héroes en una especie de benefactores de la comunidad que habrán de servirse de las buenas vibraciones y la energía positiva de los ciudadanos para acabar con el Mal.
El villano obviamente queda muy por debajo de Gozer y el combate final en el museo no tiene punto de comparación con el de la anterior entrega. La banda sonora, por su parte, es de un chapucero que asusta; antes escuchábamos temas "pop" y "techno" y ahora nada más que suena un "rap" de lo más repugnante. Con respecto al plantel, Murray se vuelve más mordaz y apático, Ramis intenta fallidamente darle a su Spengler un toque de humor (si sabe sonreír), Sigourney Weaver parece un tanto desganada, Rick Moranis ha perdido todo el encanto que caracterizaba a su Louis y Annie Potts resulta de lo más innecesaria (¿no se supone que estaba enamorada de Egon?).

Curioso la cantidad de cameos que se suceden, como las de Cheech Marin, Philip Baker Hall, Brian Murray, hermano de Bill, Bobby Brown y Jason Reitman, hijo del director. El doblador de Vigo a la voz es el mismísimo Max Von Sydow. Aun con todos sus fallos se puede decir que es una película que divierte y fascina, seguramente sea la emoción de ver otra vez al trío protagonista soltando impagables diálogos y enfrentándose a malignos espíritus, y si es sobre la mismísima Estatua de la Libertad pues bienvenidos sean (pocas veces se han dado muestras de patriotismo de manera tan exacerbada).
Ni por asomo se iguala a la original, pero garantiza un espectáculo entretenido y lleno de increíbles efectos especiales, que frente a un presupuesto de casi 40 millones de dólares logró recaudar más de 210 millones, así que no le fue nada mal para Reitman y compañía. Venkman, Stantz, Spengler y Zeddemore demuestran que ellos siguen siendo "los mejores, los magníficos, los únicos...cazafantasmas".
Chris Jiménez
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6 de octubre de 2017
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Mejor que su primera parte, aquí vemos una historia con mayor papel estelar para Bill Murray que se hace amo del grupito de caza espectros. No es cierto que en la anterior entrega estuviera solapado ante los otros tres personajes, porque destaca, pero aquí se hace el “gran kaguna” del lugar y no deja de dar la puntilla en las conversaciones con una amabilísima y encantadora Danah (interpretada por Sigourney Weaver). Además, aquí se libera de algunos chistes algo misóginos que ya no suenan tan bien. Eso de decir “puta” o “zorra” a las mujeres se nos ha enseñado que está mal dicho desde hace tiempo y ya te empieza a caer mal el personaje que las dice en cuestión.

En esta segunda parte que posee mucho dinamismo aparece el espíritu de un malvado emperador de los Cárpatos que murió en el siglo XVII contenido en un cuadro y que quiere revivir en el cuerpo de un niño y que mejor niño que el de Sigourney Weaver que trabaja en el museo. El niño es secuestrado por el fantasma de una “nanny” mientras gatea por el alfeizar de un edificio y si a eso le unimos unos extraños mocos rosas que circulan por las alcantarillas de la ciudad de Nueva York convirtiendo a todo neoyorkino en gente de muy mal café, pues ya hay material para una buena película de fantasía que no sea muy complicada tampoco de entender. Cierra la función una sustancia que descubren los "Cazafantasmas" que se mueve al ritmo de los sentimientos de la gente y que es capaz de mover la Estatua de la Libertad. Ésta acaba dando festejo en las calles de la ciudad como si fuera el desfile de Acción de Gracias para acabar finalmente con el malvado horror de los Cárpatos que dura muy poco en el mundo real y así logran los “Cazafantasmas” subir de nuevo al estrellato después de haber sido ninguneados por la opinión pública.

Debió de tener una tercera parte porque es una película muy entretenida.
axlyerin
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30 de noviembre de 2021
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Si existe una verdad cierta e irrefutable es que con el transcurso de los años terminas cogiéndole apego a determinadas secuelas pese a perder por comparativa frente a su predecesora o bien cuando, como ocurre con 'Cazafantasmas 2' (1989, Ivan Reitman), se le nota a la legua que está rodada con el único objeto de seguir ordeñando la vaca. Aunque no obstante, y en palabras de Quintero, León y Quiroga pronunciadas por Juana Reina: "... y sin embargo, las quieras".
Por la premisa de que la mala leche acumulada en la ciudad que nunca duerme sea el origen del apocalipsis, por el inesperado flirteo que se marcan Rick Moranis y Annie Potts, por la falta de complejos de Dan Aykroyd y Ernie Hudson perdiendo la dignidad cantando para adolescentes -impagable, por cierto, el momento en que un renacuajo, y futuro director heredero de la franquicia, Jason Reitman, les reprocha 'mi padre dice que vivís del cuento, que vuestro negocio se fue a la mierda porque sois un fraude'-, la tostadora con mocos a la que le encanta marcarse unos bailes con Jackie Wilson o la estatua de la libertad a la que el groove de Howard Huntsberry transforma en una superheroína mecha.
Y qué puñetas, ¡porque sale Rick Moranis empuñando un fusil de protones!
Porque una casa sin ti es una bañera contaminada con energía negativa, el pasillo de un tren fantasma de madrugada o un laberinto subterráneo sin luz y repleto de mocos sonrosados...
Como un velo ectoplásmico en la mirada de Wilhelm Von Homburg (o en la de Peter McNicol)...
De sobra sé que 'Cazafantasmas 2' no es la primera... Y sin embargo, la quiero.
Por cierto, al final el Titanic sí que logró desembarcar en Nueva York. Y citando a Cheech Marin: ¡mejor tarde que nunca!
antonio lopez herraiz
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