Los tres días del cóndor

A pesar del talento de su director y del excelente reparto, y contradiciendo a Carlos Boyero, una vez revisitada la película creo que el tiempo ha pasado demasiado por ella mostrando un look setentero en el peor sentido muy envejecido.

Entrando en un análisis mas pormenorizado, la película no tiene una tensión clara, ni se entiende demasiado bien y la relación entre los dos protagonistas no parece muy verosímil. No hay emoción ni intriga y las escenas de acción y violencia están pobremente resueltas. Me atrevo a decir que en general no esta bien contada.

Por lo demas Redford bien y poco mas. Ya lo siento, pero es lo que veo a ojos de 2020.

Entretenida cinta de espías que parte de un brillante planteamiento, ciertamente potente. El nudo de la trama es bastante más convencional; un críptico McGuffin da lugar a la persecución del consabido Don Nadie que, ya le vale, sale respondón y versado en las más variopintas artes (marciales): de la telefonía al Kung Fu pasando por el tiro con pistola del 45. Sus dotes evasivas son tales, que le sobra tiempo para romper el récord mundial en la disciplina -no olímpica- de consumación fulminante del síndrome de Estocolmo. Y no se trata de un juego de palabras a cuento de la nacionalidad del perverso Max Von Sydow. Sin embargo, Faye Dunaway era tan mona- nada me parece ahora más cruel que el paso del tiempo- que se perdona la incongruencia. En su tramo final Sidney Pollack logra insuflar nuevos bríos a una película de cuya duración corre uno el riesgo de resentirse, y esboza un desenlace, por una vez, satisfactoriamente ambiguo. Con que el retrogusto que permanece en el paladar del espectador es, en términos generales, agradable. Ello muy a pesar de ciertas veleidades fotográficas - el intercambio de, digamos, información privilegiada entre Dunaway y Redford- y argumentales- la sucursal de la CIA en plenas Torres Gemelas, entresuelo derecha- de un naïf que duele a la vista y al intelecto. Pero, salvo por contadas secuencias como las citadas, puede decirse sin asomo de duda que "Los tres días del cóndor" ha envejecido mejor que su guapa pareja protagonista. Y resulta por demás encantador admirar los analógicos ingenios informáticos de hace cuarenta años, o que hubiera que esperar hasta las seis para oír las noticias.

El conocido actor rubio protagonizó este thriller de espionaje cuando ya era una estrella, aunque le quedaban todavía muchísimo títulos por delante.
También participan otros dos grandes actores de la época, como Max von Sydow y Faye Dunaway, cuyo personaje tiene un fuerte síndrome de Estocolmo, claro que Redford no es un cualquiera.
Como muchas películas del género en los 70, vista hoy en día está muy obsoleta (ordenadores que se usan por turno, teléfonos fijos, etc.). Pero la trama no ha dejado de ser ciertamente entretenida a pesar de los años, con este analista de la CIA pasándolo mal tras la caída de la tapadera de su sección, con todo el equipo.
Robert Redford cumple bien. El actor siempre encajó en este tipo de papeles, un tanto abandonados en los últimos años de su carrera.
Es espionaje a la antigua usanza, con personajes jugando unos contra otros y casi sin tecnología, algo que choca un poco vista hoy en día (2019).
La acción es poco trepidante. No es un film de tiros, sino una intriga en la que el protagonista trata de resolver una complicada situación. De hecho, es bastante lenta para mi gusto.
El film es bueno, pero, sea por el paso del tiempo o simplemente una opinión puramente subjetiva, no me parece un gran título. Es de las que me lo pienso mucho antes de volver a verla, a pesar de sus estupendas críticas.

Sydney Pollack fue un director aficionado a las intrigas y a los misterios que escondían conspiraciones mayores en algunas ocasiones. 'Los tres días del Cóndor' fue una de esas oportunidades donde volvió a reunirse con su actor fetiche Robert Redford junto a un plantel que contaba con nombres como Faye Dunaway, Cliff Robertson ("un gran poder conlleva una gran responsabilidad") o el hoy fallecido Max Von Sydow.

El dedo de Pollack apuntaba a la mismísima CIA en una historia que lleva de un simple despacho de revisión de libros a toda una conspiración mayor. Si esperan que esta será una cinta de acción estilo Jason Bourne o 'Misión Imposible' ni lo intenten, porque se sentirán decepcionados.

Para quien busque una trama de complots y maquinaciones sí puede ser lo que buscan. Motivos hay de sobra como las notables interpretaciones de Redford, Dunaway y Von Sydow (un papel contenido el suyo, que impone sin necesitar la exaltación), una sensación de Paranoia bastante lograda que impregna magistralmente el guion y el mensaje-denuncia que contiene la historia en sí; hay razones de ver este filme tanto para cinéfilos y/o los que les interese abrir más los ojos mediante el cine y aprendan que incluso los buenos no son tan buenos.

Eso sí, tengan cuidado de que se crean demasiado lo de los libros y miren hasta la guía telefónica con lupa, no vaya a ser que este largometraje tuviese razón y se esté jugando una partida más grande que la Champions League de esta semana.

Película interesante para su época, posiblemente incluso revolucionaria. Con lo que sabemos hoy en día y conociendo a posteriori las manipulaciones de los servicios secretos y las increíbles mentiras que cuentan, el guión de esta película ha quedado sobrepasado.

Buena interpretación de Redford, pero en general, la película sabe a poco, además de estar rodada con un ritmo muy años 70, pero que puede plantear algún problema a los espectadores actuales, que demandan más fluidez.