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Mi Idaho privado

Drama Mike Waters (River Phoenix) y Scott Favor (Keanu Reeves) son dos jóvenes chaperos que se ganan la vida prostituyéndose en las calles de Portland. Mike tiene una extraña enfermedad llamada narcolepsia, que le provoca un sueño repentino y profundo en cualquier parte. (FILMAFFINITY)
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
17 de abril de 2008
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película interesante y bien hecha con todas las virtudes y defectos de cualquiera porque, no nos engañemos, no existe la película perfecta puesto que para que eso se estableciera debería haber unanimidad. El título de buena o mala, regular o pasable, se lo damos entre todos. Y eso no pasa ni con teóricas grandes como Casablanca, que sí, es cierto, también tiene detractores.

Y volviendo al título de mi crítica, ayyyyyyyyyyyyyyyyy, Keanu de mi vida. Tu personaje es falso, apestoso, repugnante, malnacido, despreciable, egoísta y cruel y despiadado y lo que quieras, pero... ¡cómo me gustas! Evidentemente tu fama te llegó haciendo de poli bueno adorable y, sí, muy guapo en "Le llaman Bodhi", pero esa es una peli de las que yo califico de renombre inexplicable, oséa, mala. Esta para mi es buena y, tu papel e interpretación también.

Bueno, que te amo, que le voy a hacer.

CURIOSIDAD: La película MULLHOLAND DRIVE de Lynch está dedicada a la mujer de Keanu (ver títulos de crédito), que murió en un accidente de coche, dicen que posiblemente "buscado" ya que estaba muy deprimida tras la muerte de la hija de ambos con problemas cardíacos que no superó.
EVA
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28 de noviembre de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante la obra maestra de Gus Van sant y ante una de las rarezas más ilustres del cine independiente. El director, antes de venderse a las grandes multinacionales, ya había rodado otra gran película "Drugstore Cowboy", pero, sin duda, "Mi Idaho..." es su logro más celebrado.
El guión es tan alucinante que cuesta creer que pudiera llevarse a cabo sin un descalabro total. Para empezar es una adaptación de algunas obras de William Shakespeare, entre ellas "Las alegres comadre de Windsor" y "Henry V". Se trata de un extraña vuelta de tuerca a la versión de "Campanadas a medianoche" que Orson Welles dirigió en España. Pero, y ahí reside su gran hallazgo, la acción se traslada al mundo marginal de los chaperos. "Mi idaho privado" trata de uno de esos temas recurrentes en el cine norteamericano independiente: la ausencia del padre, unido a una trama habitual en las grandes tragedias familiares, el incesto.
River Phoenix, como Mike Waters, un prostituto narcoléptico, borda un papel lleno de sensibilidad y tristeza. Por su parte, Keanu Reeves demuestra que es capaz de actuar convincentemente. La fotografía es innovadora, muy conseguida. La música, adecuada para recrear esa atmófera híbrida, entre el realismo sucio y la ambigüedad onírica.
El tono underground y vanguardista puede incomodar a más de uno, pero yo aconsejo a todos los cinéfilos que se arriesguen y disfruten de una de las historias de amor más auténticas y poco conocidas que el cine de los 90 fue capaz de ofrecer, aunque surgiera de lo restringidos márgenes de los grandes estudios. La obra de un creador arriesgado, a veces genial, como ha demostrado en los últimos tiempos con otra gran película, "Elephant" . Una muestra poco habitual de arte inclasificable. Muy recomendable.
janto
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28 de septiembre de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra de Gus Van Sant. Aunque es una película ícono del cine gay, es apta para cualquier persona y es que las escenas de sexo solo se limitaron a momentos congelados, como fotografías. Además, no se basa en la homosexualidad en sí, si no en la miseria humana, especialmente de los dos protagonistas: Mike (River Phoenix) es un homosexual que es narcoléptico -persona que le da ataques de sueño y se puede quedar dormida aun cuando ha estado de pie- y vive perturbado por los recuerdos de su madre; mientras que Scott (Keanu Reeves) es el hijo de un alcade y se revela ante él.

Ambos se prostituyen, no importa el sexo, con hombres o con mujeres, nada importa, lo único que importa es el dinero. Vemos que mientras Mike lo hace para sobrevivir; Scott lo hace por rebeldía, ya que era rico y el dinero era lo de menos. Todo cambía cuando Scott cumple veintiun años, la edad legal en los Estados Unidos para poder heredar. Scott abandona a su grupo de vagos, incluido a Mike, su mejor amigo. Aunque tengo la duda si en la escena final la persona que recoge a Mike de la carretera era Scott, no lo sé, creo que solo lo sabe Keanu Reeves y Gus Van Sant.

Dejando de lado el guión, que por cierto fue bárbaro, las actuaciones estuvieron igual de geniales. La fotografía estuvo notable, resaltando los paisajes de Idaho, Portland, Roma y otros lugares que viajaron los protagonistas. Me despido con esta cita de Mike: "I'm a connoisseur of roads. I've been tasting roads my whole life. This road will never end. It probably goes all around the world".
La Mente Maestra
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16 de diciembre de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y extraña revisión de la célebre serie de animación "Marco, de los Apeninos a los andes" realizada por el interesante y extraño director Gus Van Sant. Dicen también que confluyen en esta película aspectos de una película de Orson Welles que a su vez se inspiraba en “Henri IV” de Shakespeare, de un libro y yo que sé más.

En mi opinión, olvidan una influencia más que clara: “Marco”, cuyo argumento es manipulado con ingenio por Van Sant en una película “indie”, que parece ser ya está considerada como referente de culto en el celuloide. El cambio atañe a todo en general, todo está más modernizado y urbanizado, todo es más “Indie”: la aventura de Marco ya no transcurre en la tierna infancia, ahora el niño es un joven post-adolescente que no llega a 21, tierno e ingenuo como de niño, sólo que ya se reconoce claramente homosexual, y que ha ideado una forma de subsistir que no aleja de su búsqueda primordial: Prostituirse. Viajando en carretera avanza y trabaja con una alternancia perfecta. Pero como la cosa es que la búsqueda sea chunga de cojones, Van Sant encuentra una innovadora y fascinante idea: Marco tiene narcolepsia, por lo tanto en el momento más inesperado cae al suelo cual bella durmiente. El personaje del Mono Amedio ha sido sustituido por Keanu Reeves, que queda más indie con esas pintas, pero que es igual de mono.

Ahora al lío: ¿vale la pena acompañar a este Marco “indie” en su travesía?
PUES NO ES QUE SEA MALA película, pero tampoco es una experiencia muy placentera, es más frustrante que otra cosa en su desarrollo, pese a algunos momentos buenos, que finalmente no la salvan, por varias razones: el término “unidad narrativa” y Mi Idaho privado son totalmente opuestos. Falla en no centrarse en su historia y profundizar en ella, falla en no exprimir (ni encajar) el cacao de de ideas híper-atractivo y muy interesante del que dispone: Una road movie sobre dos jóvenes chaperos, en busca de la madre de uno de ellos y el otro en un acto de rebeldía juvenil… con lo de la narcolepsia y tal, imaginaba una travesía plagada de incidentes, dura y dramática… Imaginaba, pero lo que ofrece es muy distinto, y además poco satisfactorio: Una narración de estructura innecesariamente caprichosa e inconcreta (personajes y situaciones que no viene a cuento, regodeo innecesario en cosas concretas), que aborda los temas de la homosexualidad, la prostitución, las drogas, el lado traumático de las relaciones padres-hijos más turbias, para desembocar claramente en un mensaje sobre el camino de la vida y la búsqueda de lo que manda nuestro interior, de nosotros mismos... SIGUE EN SPOILER.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Luiser Spaceman
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6 de diciembre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada he de reconocer que hay trabajos del Sr. Van Sant, que me atraen profundamente por su sensibilidad, crudeza y trato de los sentimientos. Véanse “Drugstore Cowboy” (1989) o “Descubriendo a Forrester” (Finding Forrester, 2000) con un Sean Connery espectacular. De entrada que me encanta el cine independiente, cuando es bueno. De entrada que veo esta peli llena de trampas, con la idea del director de convertirse en adalid ultramoderno y abanderado del cine indy de su tiempo.

Como auténtico rebelde, creo que es acertado influenciarse fuertemente por el primer y paradigmático rebelde de Hollywood, el icónico maestro del cine nacido en Kenosha el 6 de Mayo de 1915, Orson Welles. Eso me parece fantástico, y si en vez de influenciarnos por “Ciudadano Kane” (Citizen Kane, 1941) o “Sed de Mal” (Touch of Evil, 1958) nos dejamos llevar por la adaptación de este buen amante del queso y el fino patrios, de obras de Shakespeare, como “Enrique IV”, “Enrique V” y “Las alegres comadres de Windsor”, el morbo intelectual es tan supremo, que saldrás vencedor en el festival de Venecia, sin ningún género de duda. Muy bien, señor Van Sant, pero copiar escena por escena, “Campanadas a Medianoche” (Chimes at Midnight, 1965) durante cincuenta minutos, cambiando al príncipe Hal y a Falstaff, por un grupo de jóvenes marginados en la ciudad de Portland, me parece tan moderno, que de moderno se convierte en absurdo.

Si la primera hora de película es una adaptación de Welles o Shakespeare, la segunda hora casi en su totalidad pone sobre el tapete la novela de John Rechy “City of night” (1963). Lo que deja las capacidades adaptativas de Van Sant en muy buen lugar, muy al contrario de su originalidad.
A partir de ese lugar, podríamos hablar de una serie de rasgos narrativos, estéticos y técnicos y llenar páginas y páginas con ellos, pero a mi esta idea no me seduce ni lo más mínimo.

Me parece una película del todo manipuladora, si el guión carece de ideas que no sean de Shakespeare y Rechy, la fotografía que firman Eric Alan Edwards & John J. Campbell, no es que sea herencia, es que es una metódica copia de los ambientes creados en las cintas de la época de David Lynch. Y seguimos reafirmando la obra como algo netamente independiente. Un año antes había rodado una maravilla como “Corazón Salvaje” (Wild at Heart, 1990) y cinco años antes mi querida “Terciopelo Azul” (Blue Velvet, 1986) con los mismos ambientes oscurecidos y tétricos en el tema de la iluminación y la fotografía y con la misma sensación de marginalidad irreverente en sus temas.

(sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juanjo Iglesias
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