American Beauty

“American beauty” es una sátira feroz y corrosiva de todo un modo de entender y vivir la vida. Sam Mendes, en su primer trabajo tras la cámara, puso un ejemplo de familia americana de clase media-alta; y progresivamente, sin prisas pero sin pausas, desmonta uno a uno los falsos pilares en que se apoya, denunciando un mundo frío, vacío e hipócrita, en el que el TENER ha terminado por devorar al SER.

El conjunto es ingenioso, el guion es inteligente y la puesta en escena es a ratos brillante. De la interpretación sólo caben elogios, especialmente de un impresionante Kevin Spacey. Pero, al querer abarcar demasiado, el guion cae en el simplismo y en la caricatura fácil, en especial al presentar personajes como la madre, su amante, el ex marine fascista y la esposa de éste; mejor matizados están los personajes jóvenes y, por encima de ellos, el protagonista, un cuarentón en crisis de identidad. La represión sexual de que adolecen prácticamente todos los personajes de la película, tanto jóvenes como adultos, resulta a veces redundante y efectista. No es, desde luego, una obra maestra; sin embargo, tiene muchas cosas válidas, secuencias realmente soberbias, y merece desde luego ser recomendada. Y desde mi punto de vista creo que sería un error reducir el film a una pura cuestión “madre in USA”. La pérdida de valores, el cultivo de las apariencias, la incomunicación y la soledad afectiva son problemas que siguen estando entre nosotros; hay que ser ciegos para no verlos.

Es curioso. Cuando la vi en el cine durante su estreno en 1.999 salí entusiasmado, como todos los que me acompañaban. Que si visión mordaz del sueño americano, que si crisis de los cuarenta del matrimonio de clase media, que si estupenda fábula sobre la inadptació y la intolerancia...
La segunda vez que la vi, quizás unos diez años después, no me pareció tan buena. Más bien pensé que si no fuera por Spacey, Benning, e incluso Thora Birch, sería tirando a una una película del montón. Me explico: en ese segundo visionado aprecié una excesiva literalización de todo, y un final basado en el perdón y el buen sentimiento (al final, la familia americana media es buena, a pesar de las apariencias), que no casa bien con el buen tono (aquí sí), de mala leche, que impregnaba la actitud de Spacey y Benning. Personajes rotos que quieren revelarse y dejarse llevar por sus instintos.
La tercera vez la pasaron por la tele, y no solo se confirmó el diagnóstico de antes, sino que aprecié otro peor: introduce la trampa (o la mentira), de la presunta belleza en cualquier detalle de la vida cotidiana, que hace que esta supuestamente merezca la pena. Y lo peor no es la falacia en sí, si no que se tome la licencia de elevarse en una especie de potestad superior, menospreciando al pánfilo espectador, para terminar con este mensaje literal: tal "no tienen ni idea de lo que estoy hablando, pero no se preocupen: lo entenderán".
Curiosamente es justo lo contrario. Esa belleza, pasajera a fin de cuentas, es la que han utilizado múltiples marcas y empresas para venderte lo que quieran y hacerte sentir. La inspiración jamás es eterna, y por sí sola difícilmente da sentido a nada.
En fin, si Buñuel o Fellini la hubieran visto me hubiera gustado ver lo que piensa. Pero esto ya son otros mimbres.

American Beauty mezcla, de una manera asombrosamente perfecta, el humor y el drama.

La historia en realidad es un drama muy grande, todos los protagonistas están pasando momentos complicados, o, directamente, están locos.

Y es interesante ver como, ante los distintos problemas cada uno reacciona de una manera distinta: euforia, infidelidad, drogas, sexo, homofobía... la película tiene de todo... pues aún así, no puedes evitar reírte en varias ocasiones y tener la sensación de estar viendo la típica comedia americana que te mantiene con la sonrisa en la boca.

A pesar de que es una película que me sorprendió y que me parece bastante sorprendente en muchos aspectos, le falta algo, no sabría decir el qué, para ser una grandísima película, para mí, se queda en una buena película, disfrutable y que merece la pena ser vista, pero no creo que sea una obra maestra.

Ha estado bien recordarla.

Seguimos viaje.

Un saludo.

'American Beauty' refleja una tragicómica crítica de la vida media americana poniendo en bandeja una serie de secuencias protagonizadas por el imperioso deseo de obtener aquello que no se posee. Con la caracterización abrupta y desmedida de cada uno de sus personajes -todos ellos con su cárcel (rutina) particular - Mendes consigue el 'embobamiento' del espectador a costa de imágenes que, simplemente, son cotidianas. Porque esa es la esencia de esta película: hallar la belleza en lo usual, en la vulgar bolsa de plástico que se adapta al ambiente, se acomoda y, aún así, es capaz de bailar. Lo otro no trae más que consecuencias... y qué decirle a nuestro Kevin, brillante protagonista y dramaturgo, quien, a pesar de apropiarse de todas las emociones humanas en dos horas de filme, finalmente, se empapa de felicidad. Con sus consecuencias, ya digo.

American Beauty es una oscarizada sátira que no se limita en hacer trizas el idílico sueño americano en que todo es perfecto, tu familia te adora y eres capaz de hacer todo lo que te propongas, es también una maravillosa reflexión sobre el concepto de la felicidad en uno mismo.

En ella seguimos la vida de Lester Burnham (Kevin Spacey), un cuarentón que odia su trabajo, su mujer se preocupa más por el tapizado de los muebles que por él, su hija le ve como un extraño y su único consuelo acaba siendo la fascinación que le despierta la fuerte atracción que siente la amiga de su hija, el único atisbo de color en la gris vida de Lester. Todo acabará desarrollándose hasta formarse un conjunto de historias de enredos, romances y búsquedas desesperadas por alcanzar la felicidad de uno mismo.

El guion es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película, un gran trabajo de Alan Ball. La trama se ramifica poco a poco a pequeñas historias interconectadas entre varios personajes, movidos por sus tentaciones todos ellos, con momentos de gran fuerza -cada discusión entre el personaje de Bening y el de Spacey tiene un gran nivel- y otros impactantes, logra crear un mundo propio marcado por las huellas de una sátira galopante que acaba dando la mano a la tragicomedia, justo cuando estos personajes se meten en el bolsillo del espectador.

Es más, creo que los personajes de esta película están tan bien construidos que no hubiese desentonado para nada una miniserie de esta película, indagando más en sus deseos, frustraciones y en alcanzar la idea de lo ideal que tienen para sus vidas. Y todo mostrado de manera sutil cuando se requiere, dejando que la intuición del espectador desarrolla ciertos aspectos de cada personaje y dando más inteligencia al relato.

Sin duda, el personaje de Lester es el que acaba teniendo el desarrollo más llamativo, una auténtica metamorfosis. Una persona cualquiera con defectos que le evidencian constantemente y virtudes que nadie valora. Una bomba de relojería que acaba siendo irreconocible en los últimos minutos de la película. De esos personajes que acabas recordando tiempo después.

Por otra parte, el reparto acaba adaptándose muy bien a los defectos expuestos en los personajes, destacando sobre todo a Annette Bening muy entregada en resaltarlos con su personaje y sobre todo a Kevin Spacey dando aquí una de las mejores interpretaciones de su carrera y llevándose un Óscar por este trabajo.

A la película se le suma una correcta dirección que demuestra que Sam Mendes viene del mundo del teatro: veremos mucho plano central y mucho plano fijo, la cámara se moverá poco y lo necesario, buscando encuadrar la situación de los personajes casi siempre vistos de cerca, ayudando al espectador a adentrarse más a la faceta intimista de cada uno de ellos.

La recta final de la película es la parte del metraje donde más brilla. Una demostración del efecto dominó que puede tener una cadena de consecuencias, logra crearse sobre los personajes una atmósfera en cierto modo irreal, entre sombrío e idílico, en un estupendo trabajo de montaje y cerrando de manera ciertamente poética, sensación que coqueteó la película en otros momentos previos como en la famosa escena de la bolsa de plástico danzando en el aire envuelta por la energía del viento. Incluso hay algo de existencialismo dentro de ella. Un cierre por la puerta grande.

En conclusión, una genial sátira que nos recuerda que la sencillez es quizás la mejor amiga de la felicidad y que hay algo dentro de nosotros y de lo que nos rodea que nos puede ayudar a alcanzarla. Una estupenda película.

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